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Antes De Que Envidie
Blake Pierce
De la mano de Blake Pierce, el autor de Г©xitos de ventas #1 UNA VEZ DESAPARECIDO (un bestseller #1 con mГЎs de 1.200 crГticas de cinco estrellas), llega ANTES DE QUE ENVIDIE, el libro #12 en la emocionante serie de misterio con Mackenzie White.ANTES DE QUE ENVIDIE es el libro #12 en la serie Г©xito de ventas Mackenzie White, que comienza con ANTES DE QUE MATE (Libro #1), ВЎuna descarga gratuita con mГЎs de 500 crГticas de cinco estrellas!Cuando aparecen dos escaladores muertos, ambos asesinados de la misma perturbadora manera, la agente especial del FBI Mackenzie White, madre de un reciГ©n nacido, tiene que enfrentarse a su miedo a las alturas cuando la llaman para que atrape a un asesino en serie antes de que ataque de nuevo.Mackenzie, que empieza a acostumbrarse a su maternidad, quiere tomarse un tiempo libre, pero no parece que esto vaya a suceder. Unos escaladores aparecen muertos en Colorado, cazados por un asesino en serie elusivo, atrapados en sus momentos de mayor vulnerabilidad. Una pauta preocupante empieza a surgir, y Mackenzie cae enseguida en la cuenta de que se enfrenta a un verdadero monstruo. Y que la Гєnica manera de atraparle serГЎ metiГ©ndose dentro de su mente diabГіlica.Sintiendo los efectos del postparto y poco dispuesta a regresar al trabajo, Mackenzie ve que le faltan las fuerzas para la cacerГa de su vida.Un thriller de suspense psicolГіgico de ritmo trepidante con personajes inolvidables y suspense que acelera el corazГіn, ANTES DE QUE ENVIDIE es el libro #12 de una nueva serie, con un nuevo personaje cautivador, que le tendrГЎ pasando pГЎginas hasta altas horas de la noche. TambiГ©n de Blake Pierce, estГЎ disponible UNA VEZ DESAPARECIDO (Un Misterio con Riley Paige—Libro #1), un bestseller #1 con mГЎs de 1200 crГticas de cinco estrellas, ВЎy descarga gratuita!
A n t e s d e q u e e n v i d i e
(un misterio con MACKENZIE WHITE—libro 12)
B L A K E P I E R C E
Traducido por AsunCIГ“N Henares
Blake Pierce
Blake Pierce es el autor de la serie exitosa de misterio RILEY PAIGE que cuenta con trece libros hasta los momentos. Blake Pierce tambiГ©n es el autor de la serie de misterio de MACKENZIE WHITE (que cuenta con nueve libros), de la serie de misterio de AVERY BLACK (que cuenta con seis libros), de la serie de misterio de KERI LOCKE (que cuenta con cinco libros), de la serie de misterio LAS VIVENCIAS DE RILEY PAIGE (que cuenta con tres libros), de la serie de misterio de KATE WISE (que cuenta con dos libros), de la serie de misterio psicolГіgico de CHLOE FINE (que cuenta con dos libros) y de la serie de misterio psicolГіgico de JESSE HUNT (que cuenta con tres libros).
Blake Pierce es un ГЎvido lector y fan de toda la vida de los gГ©neros de misterio y los thriller. A Blake le encanta comunicarse con sus lectores, asГ que por favor no dudes en visitar su sitio web www.blakepierceauthor.com para saber mГЎs y mantenerte en contacto.
Copyright В© 2016 por Blake Pierce. Todos los derechos reservados. Excepto por lo que permite la Ley de Copyright de los Estados Unidos de 1976, ninguna parte de esta publicaciГіn puede ser reproducida, distribuida o transmitida de ninguna forma ni por ningГєn medio, o almacenada en una base de datos o sistema de recuperaciГіn sin el permiso previo del autor. Este libro electrГіnico tiene licencia para su disfrute personal solamente. Este libro electrГіnico no puede volver a ser vendido o regalado a otras personas. Si desea compartir este libro con otra persona, por favor, compre una copia adicional para cada destinatario. Si estГЎ leyendo este libro y no lo comprГі, o no lo comprГі solamente para su uso, entonces por favor devuГ©lvalo y compre su propia copia. Gracias por respetar el duro trabajo de este autor. Esta es una obra de ficciГіn. Los nombres, los personajes, las empresas, las organizaciones, los lugares, los acontecimientos y los incidentes son producto de la imaginaciГіn del autor o se utilizan de manera ficticia. Cualquier semejanza con personas reales, vivas o muertas, es pura coincidencia. Imagen de portada Copyright lassedesignen, utilizada con licencia de Shutterstock.com.
LIBROS ESCRITOS POR BLAKE PIERCE
SERIE DE THRILLER DE SUSPENSE PSICOLГ“GICO CON JESSIE HUNT
EL ESPOSA PERFECTA (Libro #1)
EL TIPO PERFECTO (Libro #2)
LA CASA PERFECTA (Libro #3)
SERIE DE MISTERIO PSICOLГ“GICO DE SUSPENSO DE CHLOE FINE
AL LADO (Libro #1)
LA MENTIRA DEL VECINO (Libro #2)
CALLEJГ“N SIN SALIDA (Libro #3)
SERIE DE MISTERIO DE KATE WISE
SI ELLA SUPIERA (Libro #1)
SI ELLA VIERA (Libro #2)
SI ELLA CORRIERA (Libro #3)
SI ELLA SE OCULTARA (Libro #4)
SI ELLA HUYERA (Libro #5)
SERIE LAS VIVENCIAS DE RILEY PAIGE
VIGILANDO (Libro #1)
ESPERANDO (Libro #2)
ATRAYENDO (Libro #3)
TOMANDO (Libro #4)
SERIE DE MISTERIO DE RILEY PAIGE
UNA VEZ DESAPARECIDO (Libro #1)
UNA VEZ TOMADO (Libro #2)
UNA VEZ ANHELADO (Libro #3)
UNA VEZ ATRAГЌDO (Libro #4)
UNA VEZ CAZADO (Libro #5)
UNA VEZ AГ‘ORADO (Libro #6)
UNA VEZ ABANDONADO (Libro #7)
UNA VEZ ENFRIADO (Libro #8)
UNA VEZ ACECHADO (Libro #9)
UNA VEZ PERDIDO (Libro #10)
UNA VEZ ENTERRADO (Libro #11)
UNA VEZ ATADO (Libro #12)
UNA VEZ ATRAPADO (Libro #13)
UNA VEZ INACTIVO (Libro #14)
SERIE DE MISTERIO DE MACKENZIE WHITE
ANTES DE QUE MATE (Libro #1)
ANTES DE QUE VEA (Libro #2)
ANTES DE QUE CODICIE (Libro #3)
ANTES DE QUE SE LLEVE (Libro #4)
ANTES DE QUE NECESITE (Libro #5)
ANTES DE QUE SIENTA (Libro #6)
ANTES DE QUE PEQUE (Libro #7)
ANTES DE QUE CACE (Libro #8)
ANTES DE QUE ATRAPE (Libro #9)
ANTES DE QUE ANHELE (Libro #10)
ANTES DE QUE DECAIGA (Libro #11)
ANTES DE QUE ENVIDIE (Libro #12)
SERIE DE MISTERIO DE AVERY BLACK
CAUSA PARA MATAR (Libro #1)
UNA RAZГ“N PARA HUIR (Libro #2)
UNA RAZГ“N PARA ESCONDERSE (Libro #3)
UNA RAZГ“N PARA TEMER (Libro #4)
UNA RAZГ“N PARA RESCATAR (Libro #5)
UNA RAZГ“N PARA ATERRARSE (Libro #6)
SERIE DE MISTERIO DE KERI LOCKE
UN RASTRO DE MUERTE (Libro #1)
UN RASTRO DE ASESINATO (Libro #2)
UN RASTRO DE VICIO (Libro #3)
UN RASTRO DE CRIMEN (Libro #4)
UN RASTRO DE ESPERANZA (Libro #5)
CONTENIDOS
CAPГЌTULO UNO (#u80595864-7844-5946-a97f-857fc9afb008)
CAPГЌTULO DOS (#u1ca1b7a6-18f0-58e7-b81b-0a3f0c92a752)
CAPГЌTULO TRES (#u5af04cb6-b052-59b6-a207-010a2cf75837)
CAPГЌTULO CUATRO (#ue4b5fa88-5afc-53f5-a658-379f05174770)
CAPГЌTULO CINCO (#u993e444b-f8de-5622-b4c6-c71b6a0b363a)
CAPГЌTULO SEIS (#ue36bd7db-28d3-5412-a05b-6a4d2518d755)
CAPГЌTULO SIETE (#ub3881229-20d9-545a-a771-bfe74c8ad23d)
CAPГЌTULO OCHO (#uc372ef3a-b40d-572b-b32f-a5642eb8c74e)
CAPГЌTULO NUEVE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO DIEZ (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO ONCE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO DOCE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO TRECE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO CATORCE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO QUINCE (#litres_trial_promo)
CAPÍTULO DIECISÉIS (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO DIECISIETE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO DIECIOCHO (#litres_trial_promo)
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CAPГЌTULO VEINTE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO VEINTIDГ“S (#litres_trial_promo)
CAPÍTULO VEINTITRÉS (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO VEINTICUATRO (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO VEINTICINCO (#litres_trial_promo)
CAPÍTULO VEINTISÉIS (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO VEINTISIETE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO VEINTIOCHO (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO VEINTINUEVE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO TREINTA (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO TREINTA Y UNO (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO TREINTA Y DOS (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO UNO
Mackenzie respirГі hondo y cerrГі los ojos, preparГЎndose e intentando detener el dolor. HabГa leГdo mucho sobre el mГ©todo de respiraciГіn, pero ahora, mientras Ellington la llevaba al hospital, parecГa que todo se le hubiera escapado de su memoria. Tal vez era porque habГa roto aguas y todavГa podГa sentir el fluido recorriГ©ndole la pernera del pantalГіn. O tal se debiera a que habГa sentido su primera contracciГіn autГ©ntica hacГa unos cinco minutos y podГa sentir como se acercaba otra.
Mackenzie se apretГі contra el asiento del pasajero, viendo pasar la ciudad a travГ©s de la oscuridad, la lluvia que salpicaba el parabrisas y las luces de las calles. Ellington estaba al volante, sentado rГgidamente y mirando el parabrisas como un hombre poseГdo. ApretГі el claxon mientras se acercaban a un semГЎforo e rojo.
“Ey, está bien, puedes ir más despacio”, le dijo.
“No, no, vamos bien”, dijo.
Con los ojos aГєn cerrados para lidiar con la conducciГіn de Ellington, puso sus manos sobre la gran protuberancia en su abdomen, enfrentГЎndose a la idea de que serГa madre en las prГіximas horas. PodГa sentir que el bebГ© apenas se movГa, tal vez porque estaba tan asustado por la conducciГіn de Ellington como ella misma.
Te verГ© enseguida, pensГі ella. Era un pensamiento que le provocaba mГЎs alegrГa que preocupaciГіn y por eso, estaba agradecida.
Las luces de la calle y los carteles pasaban a toda velocidad. DejГі de prestarles atenciГіn hasta que vio las seГ±ales que apuntaban hacia la sala de emergencia del hospital.
HabГa un hombre apostado afuera en la acera, esperГЎndolos bajo el toldo con una silla de ruedas, sabiendo que venГan. Ellington detuvo cuidadosamente el coche y el hombre les hizo seГ±ales con la mano y les sonriГі con el tipo de entusiasmo perezoso que la mayorГa de las enfermeras en la sala de emergencias a las dos de la madrugada parecГan tener.
Ellington la guiГі hacia Г©l como si fuera de porcelana. Mackenzie sabГa que Г©l estaba siendo sobreprotector y mostrando urgencia porque Г©l tambiГ©n estaba un poco asustado. Pero mГЎs que eso, era muy bueno con ella. Siempre lo habГa sido. Y ahora estaba demostrando que tambiГ©n iba a ser bueno con este bebГ©.
Oye, espera, más despacio”, dijo Mackenzie mientras Ellington la ayudaba a subirse a la silla de ruedas.
“¿Qué? ¿Qué es eso? ¿Qué pasa?”.
Sintió que se acercaba otra contracción, pero aún asà logró mostrarle una sonrisa. “Te quiero”, dijo ella. “Eso es todo”.
El hechizo bajo el que habГa estado durante los Гєltimos dieciocho minutos, entre saltar de la cama al anuncio de que ella iba a dar a luz, y ayudarla a subirse a la silla de ruedas, se rompiГі por un momento y Г©l le devolviГі la sonrisa. Se inclinГі y la besГі suavemente en la boca.
“Yo también te quiero”.
El hombre que agarraba las asas de la silla de ruedas miró hacia otro lado, un poco avergonzado. Cuando terminaron, preguntó: “¿Están listos para tener un bebé?”.
La contracciГіn golpeГі y Mackenzie se encogiГі al sentirla. RecordГі de sus lecturas que solo empeorarГan cuando el bebГ© estuviera a punto de llegar. Aun asГ, mirГі mГЎs allГЎ de todo eso durante un momento y asintiГі.
SГ, estaba lista para tener este bebГ©. De hecho, no podГa esperar a tenerlo en sus brazos.
*
SГіlo habГa dilatado cuatro centГmetros para las ocho de la maГ±ana. HabГa llegado a conocer bien al mГ©dico y a las enfermeras, pero cuando cambiaron de turno, el estado de ГЎnimo de Mackenzie empezГі a cambiar. Estaba cansada, dolorida, y simplemente no le gustaba la idea de que otro mГ©dico entrara y husmeara bajo su bata. Sin embargo, Ellington, tan obediente como siempre, se las habГa arreglado para poner a su ginecГіlogo al telГ©fono y estaba haciendo todo lo posible para llegar al hospital tan pronto como pudiera.
Cuando Ellington volviГі a la habitaciГіn despuГ©s de hacer la llamada, estaba frunciendo el ceГ±o. Ella odiaba ver que Г©l habГa descendido de su punto ГЎlgido de protector de la noche anterior, pero tambiГ©n estaba contenta de no ser la Гєnica que estuviera experimentando un cambio de humor.
“¿Qué pasa?”, preguntó.
“EstarГЎ aquГ para el parto, pero ni siquiera se molestarГЎ en venir hasta que estГ©s por lo menos a ocho centГmetros”. AdemГЎs... iba a traerte unos gofres de la cafeterГa, pero las enfermeras dicen que deberГas comer poco. Te traerГЎn gelatina y hielo en cualquier momento”.
Mackenzie se moviГі en la cama y mirГі su estГіmago. Ella preferГa mirar allГ en lugar de a las mГЎquinas y monitores a los que la tenГan conectada. Al trazar la forma de su abdomen, llamaron a la puerta. El siguiente doctor entrГі caminando, sosteniendo sus historiales. Se le veГa feliz y completamente renovado, reciГ©n salido de lo que parecГa haber sido una noche de sueГ±o reparador.
Bastardo, pensГі Mackenzie.
Por suerte, el doctor mantuvo la conversaciГіn al mГnimo mientras la revisaba. Mackenzie no le prestГі mucha atenciГіn, la verdad. Estaba cansada y se dormГa a ratos, hasta cuando Г©l le ponГa la gelatina en el estГіmago para comprobar el progreso del bebГ©. Se quedГі dormida durante un rato hasta que escuchГі al mГ©dico hablar con ella.
“¿Sra. White?”.
“¿SГ?”, preguntГі, irritada por no poder dormir una pequeГ±a siesta. HabГa estado tratando de colarlas entre contracciones... cualquier cosa por descansar un poco.
“¿Sientes alguna molestia nueva?”.
“Nada mГЎs que los mismos dolores que he tenido desde que llegamos aquГ”.
“¿Has sentido al bebé moverse mucho en las últimas horas?”.
“No lo creo. ¿Por qué... algo anda mal?”
“No, no está mal. Pero creo que tu bebé ha cambiado de posición. Hay una muy buena posibilidad de que esto sea un parto de nalgas. Y estoy recibiendo un latido irregular... nada terriblemente fuera de lo normal, pero lo suficiente como para preocuparme”.
Ellington se plantó a su lado de inmediato, tomando su mano. “De nalgas. ¿Es eso arriesgado?”.
“Casi nunca”, dijo el doctor. “A veces sabemos que el bebé ya está de nalgas semanas antes del parto, pero su bebé estaba en la posición correcta durante el último chequeo... incluso estaba perfectamente posicionado cuando se registró anoche. Ahora él o ella se ha movido un poco y a menos que algo drástico cambie, no veo que su hijo vuelva a la posición correcta. Ahora mismo, es este latido lo que me preocupa”.
“Entonces, ¿qué recomienda?”, preguntó Mackenzie.
“Bueno, me gustarГa hacer una revisiГіn minuciosa del bebГ© sГіlo para asegurarme de que su repentino cambio de posiciГіn no lo ha puesto en apuros, que es lo que podrГa significar el latido errГЎtico del corazГіn. Si no lo ha hecho, y no hay razГіn para creer que lo haya hecho, reservaremos una sala de operaciones para usted tan pronto como podamos”.
La idea de saltarse el trabajo del parto tradicional era atractiva, seguro, pero aГ±adir la cirugГa al proceso de parto tampoco le sentaba muy bien.
“Lo que crea que es mejor”, dijo Mackenzie.
“¿Es seguro?”, preguntó Ellington, sin siquiera intentar ocultar el temblor del miedo en su voz.
“Perfectamente seguro”, dijo el doctor, limpiando el exceso de gelatina del estГіmago de Mackenzie. “Por supuesto, como con cualquier cirugГa, tenemos que mencionar que siempre hay un riesgo cuando alguien estГЎ en la mesa, pero los partos por cesГЎrea son muy comunes. Personalmente he dirigido mГЎs de cincuenta. Y creo que su ginecГіlogo es la Dra. Reynolds. Ella es mayor que yo por un tiempo... no le digan que dije eso...y te garantizo que ella ha dirigido mГЎs que yo. EstГЎs en buenas manos. ВїReservo una habitaciГіn?”
“SГ”, dijo Mackenzie.
“Genial. Conseguiré una habitación y me aseguraré de que la Dra. Reynolds sepa lo que está pasando”.
Mackenzie lo vio salir y luego mirГі hacia abajo, hacia su vientre. Ellington se uniГі a ella, con las manos entrelazadas sobre el hogar temporal de su hijo.
“Eso da un poco de miedo, ¿eh?”, preguntó Ellington, besándola en la mejilla. “Pero estaremos bien”.
“Por supuesto que sГ”, dijo con una sonrisa. “Piensa en nuestras vidas y en nuestra relaciГіn. Casi tiene sentido que este chico venga a este mundo con un poco de drama”.
Lo decГa en serio, pero incluso entonces, en uno de sus momentos mГЎs vulnerables juntos, Mackenzie ocultaba mГЎs miedo del que querГa dejar ver.
***
Kevin Thomas Ellington naciГі a las doce y veinte de la noche. Pesaba siete libras y seis onzas y, segГєn Ellington, tenГa la cabeza deforme y las mejillas sonrosadas de su padre. No era la experiencia de parto que Mackenzie habГa estado esperando, pero cuando escuchГі sus primeros gritos, al respirar por primera vez, no le importГі. PodrГa haberle dado a luz en un ascensor o en un edificio abandonado. Estaba vivo, estaba aquГ, y eso era lo importante.
Una vez que escuchГі los llantos de Kevin, Mackenzie se permitiГі calmarse. Estaba mareada y semi consciente por la anestesia del procedimiento de cesГЎrea y sentГa cГіmo el sueГ±o tiraba de ella. Era ligeramente consciente de que Ellington estaba a su lado, con su gorra blanca de quirГіfano y su bata azul. Le besГі la frente y no hizo ningГєn esfuerzo por ocultar el hecho de que estaba llorando abiertamente.
“Fuiste increГble”, dijo entre lГЎgrimas. “Eres tan fuerte, Mac. Te amo”.
AbriГі la boca para devolver el sentimiento, pero no estaba completamente segura de haberlo dicho. Se alejГі hacia los hermosos sonidos de su hijo que seguГa llorando.
La siguiente hora de su vida fue una especie de felicidad fragmentada. Estaba anestesiada y aГєn no sentГa nada cuando los mГ©dicos la cosieron de nuevo. Estaba completamente inconsciente mientras la trasladaban a una sala de recuperaciГіn. Apenas se daba cuenta de que una serie de enfermeras la miraban, revisando sus signos vitales.
Sin embargo, fue cuando una de las enfermeras entrГі en la habitaciГіn que Mackenzie comenzГі a comprender mejor sus pensamientos. AlargГі la mano torpemente, tratando de agarrar la mano de la enfermera, pero fallГі.
“¿Cuánto tiempo?”, preguntó.
La enfermera sonriГі, mostrando que habГa estado en esta situaciГіn muchas veces antes. “Has estado inconsciente unas dos horas. ВїCГіmo te sientes?”.
“Como si necesitara sostener entre mis brazos al bebГ© que acaba de salir de mГ”.
Esto provocó una risa de la enfermera. “Está con tu marido. Los enviaré a los dos”.
La enfermera se fue y mientras ella no estaba, los ojos de Mackenzie permanecieron en la entrada. Permanecieron allГ hasta que Ellington entrГі poco despuГ©s. LlegГі empujando una de los pequeГ±os moisГ©s rodantes del hospital. La sonrisa en su cara no se parecГa a ninguna que ella hubiese visto de Г©l antes.
“¿Cómo te sientes?”, preguntó mientras aparcaba la cuna junto a su cama.
“Como si me hubieran arrancado las entrañas”.
“Y asà ha sido”, dijo Ellington frunciendo el ceño juguetonamente. “Cuando me llevaron a la sala de operaciones, tus tripas estaban en unas cuantas cacerolas diferentes. Ahora te conozco por dentro y por fuera, Mac”.
Sin que se lo pidieran, Ellington metiГі las manos en el moisГ©s para sacar a su hijo. Lentamente, le entregГі a Kevin. Ella lo sostuvo contra su pecho y sintiГі al instante como se expandГa su corazГіn su corazГіn. Una oleada de emociГіn pasГі a travГ©s de ella. No estaba segura de si alguna vez habГa experimentado lГЎgrimas de felicidad en toda su vida, pero llegaron cuando besГі a su hijo en la coronilla.
“Creo que lo hicimos bien”, dijo Ellington. “Quiero decir, mi parte fue fácil, pero ya sabes a qué me refiero”.
“SГ”, dijo ella. Ella mirГі a los ojos de su hijo por primera vez y sintiГі lo que sГіlo podГa describir como una conexiГіn emocional. Era la sensaciГіn de que su vida habГa cambiado para siempre. “Y sГ, lo hicimos bien”.
Ellington se sentГі al borde de la cama. El movimiento hizo que le doliera el abdomen, por la cirugГa a la que se habГa sometido hace poco mГЎs de dos horas. Pero no dijo nada.
Estaba sentada entre los brazos de su marido con su hijo reciГ©n nacido en brazos, y no podГa recordar ni un solo momento de su vida en el que hubiera sentido una felicidad tan absoluta.
CAPГЌTULO DOS
Mackenzie habГa pasado los Гєltimos tres meses de su embarazo leyendo casi todos los libros sobre bebГ©s que pudo encontrar. No parecГa haber una respuesta inequГvoca en cuanto a quГ© esperar las primeras semanas de regreso a casa con un reciГ©n nacido. Algunos decГan que siempre y cuando hubieras dormido al mismo tiempo que el bebГ©, deberГas estar bien. Otros decГan que durmieras cuando pudieras con la ayuda de un cГіnyuge u otros miembros de la familia que estuvieran dispuestos a ayudar. Todo ello habГa hecho que Mackenzie se convenciera de que el sueГ±o sГіlo serГa un precioso recuerdo del pasado una vez llevaran a Kevin a casa.
ResultГі que eso fue lo correcto durante las primeras dos semanas mГЎs o menos. DespuГ©s del primer chequeo de Kevin, descubrieron que tenГa reflujo ГЎcido grave. Esto significaba que cada vez que comГa, tenГa que estar de pie durante quince o treinta minutos cada vez. Esto era bastante fГЎcil, pero se convertГa en algo agotador durante las Гєltimas horas de la noche.
Fue durante este tiempo que Mackenzie comenzГі a pensar en su madre. La segunda noche, despuГ©s de recibir instrucciones de sostener a Kevin de pie despuГ©s de comer, Mackenzie se preguntГі si su propia madre se habГa enfrentado a algo asГ. Mackenzie se preguntaba quГ© clase de bebГ© habГa sido.
Probablemente le gustarГa ver a su nieto, pensГі Mackenzie.
Pero ese era un concepto aterrador. La idea de llamar a su madre sГіlo para saludarla ya era bastante mala. Pero si le aГ±adimos un nieto sorpresa, lo harГa caГіtico.
SintiГі a Kevin retorciГ©ndose contra ella, tratando de ponerse cГіmodo. Mackenzie revisГі el reloj de cabecera y vio que lo habГa tenido en posiciГіn vertical durante poco mГЎs de veinte minutos. ParecГa que se habГa quedado dormido sobre su hombro, asГ que se acercГі al moisГ©s y lo metiГі dentro. Estaba envuelto en paГ±ales y parecГa bastante cГіmodo, mientras ella le echaba un Гєltimo vistazo antes de volver a la cama.
“Gracias”, dijo Ellington desde su lado, medio dormido. “Eres increГble”.
“No tengo ganas de nada. Pero gracias”.
Se acomodГі, acomodando su cabeza sobre la almohada. Llevaba con los ojos cerrados unos cinco segundos cuando Kevin empezГі a llorar de nuevo. Se levantГі de la cama y dejГі salir un pequeГ±o gemido. Sin embargo, le preocupaba que pudiera convertirse en un ataque de llanto. Estaba cansada y, lo peor de todo, estaba experimentando sus primeros pensamientos tГіxicos sobre su hijo.
“¿Otra vez?”, dijo Ellington, con voz cortante. Se puso en pie, casi tropezando fuera de la cama, y marchó hacia el moisés.
“Ya voy yo”, dijo Mackenzie.
“No....ya has estado con él cuatro veces. Y lo sé.... me desperté para todas y cada una de esas veces”.
Ella no sabГa por quГ© (probablemente la falta de sueГ±o, pensГі ociosamente), pero este comentario la molestГі. PrГЎcticamente se tirГі de la cama para adelantГЎrsele en consolar a su bebГ©. GolpeГі su hombro contra Ellington un poco mГЎs fuerte de lo necesario para que pudiera considerarse una bromita. Cuando recogiГі a Kevin, dijo: “Oh, lo siento. ВїTe despertГі?”.
“Mac, sabes a lo que me refiero”.
“Lo sГ©. Pero JesГєs, podrГas estar ayudando mГЎs”.
“Tengo que levantarme temprano mañana”, dijo. “No puedo quedarme dormido…”
“Oh Dios, por favor, termina esa frase”.
“No. Lo siento. Yo solo...”
“Vuelve a la cama”, dijo Mackenzie. “Kevin y yo estamos bien”.
“Mac...”.
“Cállate. Vuelve a la cama y duerme”.
“No puedo”.
“¿El bebé es demasiado ruidoso? ¡Ve al sofá, entonces!”.
“Mac, tú...”.
“¡Vete!”.
Ahora estaba llorando, abrazando a Kevin mientras se acomodaba en la cama. SeguГa llorando, un poco dolorido por el reflujo. Ella sabГa que tendrГa que sostenerlo de nuevo en posiciГіn vertical y eso la hizo querer llorar aГєn mГЎs. Pero hizo todo lo que pudo para contenerlo mientras Ellington salГa furioso de la habitaciГіn. Iba murmurando algo en voz baja y ella se alegrГі de no poder oГrlo. Estaba buscando una excusa para explotar delante de Г©l, para regaГ±arlo y, honestamente, para liberar parte de su frustraciГіn.
Se sentГі contra la cabecera sosteniendo al pequeГ±o Kevin lo mГЎs quieto y erguido posible, preguntГЎndose si su vida volverГa a ser la misma.
***
De alguna manera, a pesar de las discusiones a altas horas de la noche y la falta de sueГ±o, su nueva familia tardГі menos de una semana en acostumbrarse a la nueva rutina. Fueron precisas algunas pruebas fallidas para que Mackenzie y Ellington lo consiguieran, pero despuГ©s de esa primera semana de problemas de reflujo, todo pareciГі ir bien. Cuando los medicamentos eliminaron lo peor del reflujo, fue mГЎs fГЎcil controlarlo. Kevin lloraba, Ellington lo sacaba de la cuna y le cambiaba el paГ±al, y luego Mackenzie lo amamantaba. DormГa bien para ser un bebГ©, unas tres o cuatro horas seguidas durante las primeras semanas despuГ©s del reflujo, y no era muy quisquilloso para nada.
Fue Kevin, sin embargo, quien empezГі a abrir sus ojos sobre lo rotas que estaban las familias de las que ambos provenГan. La madre de Ellington vino dos dГas despuГ©s de que llegaran a casa y se quedГі unas dos horas. Mackenzie fue lo mГnimamente educada, esperando hasta lo que pensГі que serГa el momento oportuno para un descanso. Se fue a su dormitorio a echarse una siesta mientras Kevin estaba ocupado con su padre y su abuela, pero no consiguiГі quedarse dormida. Hizo una lista de la conversaciГіn entre Ellington y su madre, sorprendida de que pareciera haber algГєn intento de reconciliaciГіn. La Sra. Nancy Ellington saliГі del apartamento unas dos horas mГЎs tarde, e incluso a travГ©s de la puerta del dormitorio, Mackenzie pudo sentir algo de la tensiГіn que quedaba entre ellos.
A pesar de todo, habГa dejado un regalo para Kevin antes de marcharse y hasta habГa preguntado por el padre de Ellington, un tema que casi siempre trataba de evitar.
El padre de Ellington ni se molestГі en venir a verles. Ellington le hizo una llamada por FaceTime y aunque charlaron durante una hora y hasta asomaron algunas lГЎgrimas a los ojos de su padre, no habГa planes inmediatos para que Г©l viniera a ver a su nieto. HabГa empezado su propia vida hace mucho tiempo, una nueva vida sin su familia original. Y asГ, aparentemente, era como querГa que continuaran las cosas. Claro que Г©l habГa tenido un abrumador gesto financiero el aГ±o pasado en lo que se referГa a pagar por su boda (un regalo que finalmente habГan declinado), pero que habГa sido de ayuda desde la distancia. Actualmente vivГa en Londres con la Esposa NГєmero Tres y aparentemente estaba inundado de trabajo.
En cuanto a Mackenzie, aunque sus pensamientos finalmente se dirigieron a su madre y a su hermana, su Гєnica familia superviviente, la idea de ponerse en contacto con ellas era espantosa. SabГa dГіnde vivГa su madre y, con un poco de ayuda de la oficina, supuso que incluso podrГa conseguir su nГєmero. Stephanie, su hermana menor, probablemente serГa un poco mГЎs difГcil de localizar. Como Stephanie nunca se quedaba mucho tiempo en el mismo lugar, Mackenzie no tenГa idea de dГіnde podrГa localizarla estos dГas.
Tristemente, se daba cuenta de que eso le parecГa bien. Sin duda, pensaba que su madre merecГa ver a su primer nieto, pero eso significarГa abrir las cicatrices que habГa cerrado hacГa poco mГЎs de un aГ±o cuando finalmente consiguiГі cerrar el caso del asesinato de su padre. Al cerrar ese caso, tambiГ©n habГa cerrado la puerta a esa parte de su pasado, incluyendo la terrible relaciГіn que siempre habГa tenido con su madre.
Era extraГ±o lo mucho que pensaba en su madre ahora que tenГa un hijo propio. Cada vez que abrazaba a Kevin, se recordaba a sГ misma lo distante que habГa estado su madre incluso antes del asesinato de su padre. Mackenzie se jurГі a sГ misma que Kevin siempre sabrГa que su madre lo amaba, que nunca dejarГa que nada, ni Ellington, ni el trabajo, ni sus propios problemas personales, interfiriera con eso.
Era esto mismo lo que pululaba por su mente durante la duodГ©cima noche despuГ©s de traerse a Kevin a casa. Acababa de terminar de amamantar a Kevin para su alimentaciГіn nocturna, que habГa empezado a coincidir con el periodo entre la una y media y las dos de la madrugada. Ellington volvГa a la habitaciГіn despuГ©s de haber colocado a Kevin en su cuna en la habitaciГіn de al lado. En su dГa habГa sido un despacho en el que habГan almacenado todos los documentos y artГculos personales de la oficina, pero se habГa convertido fГЎcilmente en la habitaciГіn de su bebГ©.
“¿Por qué sigues despierto?”, preguntó, refunfuñando en su almohada mientras se recostaba.
“¿Crees que seremos buenos padres?”, preguntó.
LevantГі la cabeza soГ±oliento y se encogiГі de hombros. “Creo que sГ. Quiero decir, sГ© que lo serГЎs. Pero yo... imagino que lo presionarГ© demasiado cuando empecemos con los deportes juveniles. Algo que mi padre nunca hizo por mГ y que siempre sentГ que me perdГ”.
“Hablo en serio”
“Me lo imaginaba. ¿Por qué lo preguntas?”.
“Porque nuestras propias familias son terribles. ¿Cómo sabemos cómo criar a un niño de la manera correcta si tenemos experiencias tan horribles para inspirarnos?”.
“Me imagino que tomaremos nota de todo lo que nuestros padres hicieron mal y no haremos nada de eso”.
AlargГі la mano en la oscuridad y la colocГі en su hombro, para tranquilizarla. Si era honesta, ella querГa que la envolviera en sus brazos y le diera un revolcГіn, pero aГєn no estaba completamente curada de la cirugГa.
Yacieron allГ, el uno al lado del otro, igual de exhaustos como de emocionados por sus vidas, hasta que el sueГ±o se los llevГі a ambos, el uno detrГЎs del otro.
***
Una vez mГЎs, Mackenzie se encontraba caminando a travГ©s de hileras de maГz. Los tallos eran tan altos que no podГa ver su parte superior. Las mazorcas de maГz en sГ mismas, como dientes amarillos viejos que se clavan a travГ©s de encГas podridas, se asomaban en medio de la noche. Cada mazorca medГa fГЎcilmente un metro de largo; el maГz y los tallos en los que crecГan eran ridГculamente grandes, lo que la hacГa sentir como un insecto.
En algГєn lugar mГЎs adelante, un bebГ© estaba llorando. No se trataba de cualquier bebГ©, sino de su bebГ©. PodГa reconocer los tonos y el volumen de los lamentos del pequeГ±o Kevin.
Mackenzie se fue a travГ©s de las hileras de maГz. Le abofetearon, los tallos y las hojas le hacГan sangrar con demasiada facilidad. Cuando llegГі al final de la hilera en la que se encontraba, tenГa la cara cubierta de sangre. PodГa saborearla en su boca y verla gotear desde su barbilla hasta su camisa.
Al final de la hilera, se detuvo. Delante de ella habГa tierra abierta, nada mГЎs que tierra, hierba muerta y el horizonte. Sin embargo, en medio de ella, habГa una pequeГ±a estructura que ella conocГa bien.
Era la casa en la que habГa crecido. Era de donde provenГa el llanto.
Mackenzie corriГі hacia la casa, sus piernas se movГan mientras el maГz seguГa pegado a ella y tratando de arrastrarla de vuelta al campo.
CorriГі con mГЎs fuerza, dГЎndose cuenta de que las costuras alrededor de su abdomen se habГan abierto. Cuando llegГі al porche de la casa, la sangre de la herida corrГa por sus piernas y se acumulaba en los escalones del porche.
La puerta principal estaba cerrada, pero todavГa podГa oГr los lamentos. Su bebГ©, que estaba dentro, gritaba. Ella abriГі la puerta y cediГі fГЎcilmente. Nada chillaba o rechinaba, la edad de la casa no era un factor. Antes de entrar, vio a Kevin.
Sentada en medio de una sala de estar estГ©ril, la misma sala de estar en la que habГa pasado tanto tiempo de niГ±a, habГa una sola mecedora. Su madre estaba sentada en ella, sosteniendo a Kevin y meciГ©ndolo suavemente.
Su madre, Patricia White, la mirГі, con aspecto mucho mГЎs juvenil que la Гєltima vez que Mackenzie la habГa visto. SonriГі a Mackenzie, con ojos enrojecidos y de alguna manera desconocidos.
“Lo hiciste bien, Mackenzie. ВїPero realmente pensaste que podГas mantenerlo alejado de mГ? ВїPor quГ© querrГas hacerlo? ВїTan mala fui? ВїLo fui?”.
Mackenzie abriГі la boca para decir algo, para exigir a su madre que le entregara el bebГ©. Pero cuando abriГі la boca, todo lo que saliГі fue seda de maГz y tierra, cayendo de su boca al suelo.
Mientras tanto, su madre sonreГa y agarraba a Kevin con fuerza, acariciГЎndole el pecho.
Mackenzie se sentГі en la cama, y un grito saliГі disparado desde detrГЎs de sus labios.
“Jesús, Mac... ¿estás bien?”.
Ellington estaba de pie en la puerta del dormitorio. Llevaba una camiseta y un par de pantalones cortos de correr, una indicaciГіn de que habГa estado haciendo ejercicio en su pequeГ±o espacio en el dormitorio de huГ©spedes.
“SГ”, dijo ella. “Solo era una pesadilla. Una pesadilla muy mala”.
Luego mirГі el reloj y vio que eran casi las ocho de la maГ±ana. De alguna manera, Ellington le habГa permitido dormir hasta tarde; Kevin se habГa estado despertando alrededor de las cinco o seis para su primera toma.
“¿Aún no se ha despertado?”, preguntó Mackenzie.
“No, sГ que lo hizo. UsГ© una de las bolsas de tu leche congelada. SГ© que querГas guardarlas, pero pensГ© que te dejarГa dormir hasta tarde”.
“Eres increГble”, dijo ella, hundiГ©ndose de nuevo en la cama.
“Y no lo olvides. Ahora vuelve a dormir. Te lo traeré cuando necesite que le cambies de nuevo. ¿Te parece un trato justo?”.
Ella hizo un sonido de regodeo mientras se dormГa de nuevo. Por un momento, todavГa podГa ver imГЎgenes fantasmagГіricas de la pesadilla en su cabeza, pero las apartГі con pensamientos de su amante esposo y de un bebГ© que se alegrarГa de verla cuando se despertara.
***
DespuГ©s de un mes, Ellington volviГі a trabajar. El director McGrath habГa prometido que no recibirГa casos intensos o prolongados mientras tuviera un bebГ© y una madre lactante en casa. MГЎs que eso, McGrath tambiГ©n fue bastante indulgente en tГ©rminos de horas. HabГa algunos dГas en que Ellington se iba a las ocho de la maГ±ana y regresaba a casa a las tres de la tarde.
Cuando Ellington comenzГі a trabajar, Mackenzie comenzГі a sentirse como una madre. Echaba mucho de menos la ayuda de Ellington en esos primeros dГas, pero habГa algo especial en estar a solas con Kevin. LlegГі a conocer su horario y sus peculiaridades un poco mejor. Y aunque la mayorГa de sus dГas implicaba sentarse en el sofГЎ para curarse mientras se deleitaba con las series de Netflix, todavГa sentГa que la conexiГіn entre ellos no hacГa sino crecer.
Sin embargo, Mackenzie nunca habГa sido de las que se quedaban sentadas sin hacer nada. DespuГ©s de una semana mГЎs o menos, se empezГі a sentir culpable por sus atracones de Netflix. UtilizГі ese tiempo para empezar a leer historias de crГmenes de verdad. UtilizГі recursos de libros en lГnea, asГ como podcasts, tratando de mantener su mente activa y de averiguar las respuestas a estos casos de la vida real antes de que la narraciГіn llegara a su conclusiГіn.
VisitГі al mГ©dico dos veces en esas primeras seis semanas para asegurarse de que la cicatriz de la cesГЎrea se estuviera curando adecuadamente. Aunque los mГ©dicos le decГan lo rГЎpido que se estaba curando, seguГan enfatizando que un regreso a la normalidad tras tan poco tiempo podrГa causar consecuencias imprevistas. Le advirtieron que tuviera cuidado con algo tan comГєn como agacharse para recoger algo del suelo que tuviera un peso significativo.
Era la primera vez en su vida que Mackenzie se habГa sentido realmente invГЎlida. No le sentaba muy bien, pero tenГa que concentrarse en Kevin. TenГa que mantenerlo feliz y saludable. TenГa que acostumbrarlo a un horario y, como ella y Ellington habГan planeado durante el embarazo, tambiГ©n tenГa que prepararse para separarse de Г©l cuando llegara el momento de que Г©l comenzara la guarderГa. HabГan encontrado una guarderГa en su zona de buena reputaciГіn y ya tenГan un lugar reservado. Mientras que la proveedora cuidaba a niГ±os de tan sГіlo dos meses de edad, Mackenzie y Ellington habГan decidido no meterlo hasta los cinco o seis meses. El lugar que habГan reservado se abrГa justo despuГ©s de que Kevin cumpliera los seis meses, dГЎndole a Mackenzie suficiente tiempo para sentirse cГіmoda no sГіlo con el propio desarrollo de Kevin, sino tambiГ©n para prepararse para la separaciГіn.
AsГ que no tenГa ningГєn problema en esperar a curarse del todo, siempre y cuando tuviera a Kevin con ella. Aunque no le molestaba que Ellington volviera a trabajar, se encontraba deseando que Г©l pudiera estar allГ durante el dГa de vez en cuando. Se estaba perdiendo todas las sonrisas de Kevin, todos los pequeГ±os y lindos gestos que estaba desarrollando, los sonidos de los eructos y la variedad de sonidos de los bebГ©s.
A medida que Kevin comenzГі a alcanzar hito tras hito, la idea de la guarderГa comenzГі a crecer en su mente. Y con ello, la idea de volver al trabajo. Pensar en ello la excitaba, pero cuando miraba a los ojos de su hijo, no sabГa si podГa vivir una vida llena de peligro, con un arma en la cadera y la incertidumbre en cada esquina. ParecГa casi irresponsable que ella y Ellington realizaran trabajos tan peligrosos.
La perspectiva de volver a trabajar, en la oficina o en cualquier cosa remotamente peligrosa, se hacГa cada vez menos atractiva a medida que se acercaba mГЎs a su hijo. De hecho, para cuando el mГ©dico la autorizГі para que hiciera ejercicio ligero un poco antes de los tres meses, no estaba segura de si querГa volver al FBI.
CAPГЌTULO TRES
Parque Nacional Grand Teton, Wyoming
Bryce estaba sentado al borde de la pared de la roca, con sus pies colgando en el aire. El sol se estaba poniendo, lanzando una serie de dorados y naranjas brillantes que se tornaban rojos cuanto mГЎs se acercaba el horizonte. Se masajeГі las manos y pensГі en su padre. Su equipo de escalada estaba detrГЎs, guardado y listo para la siguiente aventura. TenГa una caminata de una milla y media antes de regresar a su coche, haciendo en total unas seis millas que habrГa recorrido a pie, pero por ahora, ni siquiera estaba pensando en su coche.
No estaba pensando en su coche, su casa, o en su nueva esposa. Su padre habГa muerto hacГa un aГ±o y habГan esparcido sus cenizas aquГ, justo al borde sur de Logan's View. Su padre habГa muerto siete meses antes de que Bryce se casara y a sГіlo una semana del que hubiera sido su cincuenta y un cumpleaГ±os.
Fue justo aquГ, en la cara sur de Logan's View, donde Bryce y su padre celebraron la primera escalada completa que Bryce habГa hecho de la loma. Bryce sabГa que no se consideraba tan difГcil de escalar, aunque ciertamente lo habГa sido para un chaval de diecisiete aГ±os que, hasta ese momento de su vida, sГіlo habГa escalado rocas mucho mГЎs pequeГ±as mГЎs allГЎ del Parque Nacional Grand Teton.
Honestamente, Bryce no entendГa lo que era tan especial en este lugar. No estaba seguro de por quГ© su padre habГa pedido que sus cenizas fueran enterradas en este lugar. HabГa requerido que Bryce y su madre aparcaran en el aparcamiento de uso general a una milla y media de donde ahora estaba sentado, donde, hace poco menos de un aГ±o, habГan esparcido las cenizas de su padre. Claro, el atardecer era bonito y todo eso, pero habГa muchas vistas panorГЎmicas a lo largo del parque.
“Bueno, volvà a subir, papá”, dijo Bryce. “He estado escalando aquà y allá, pero nada tan brutal como lo que tú hiciste”.
Bryce sonriГі ante esta idea, pensando en la foto que le habГan dado poco despuГ©s del funeral de su padre. Su padre habГa probado a subir el Everest pero se habГa roto el tobillo despuГ©s de sГіlo un dГa y medio de escalada. HabГa escalado glaciares en Alaska y numerosas formaciones rocosas sin nombre a lo largo de los desiertos americanos. El hombre era como una leyenda en la mente de Bryce y asГ es como pretendГa mantenerlo en su memoria.
MirГі hacia la puesta de sol, seguro de que a su padre le hubiera gustado. Aunque, honestamente, con todos los atardeceres que habГa visto desde diferentes puntos de vista en sus aГ±os de escalada, este probablemente era uno mГЎs bien comГєn.
Bryce suspirГі, notando que no le salГan las lГЎgrimas como de costumbre. Poco a poco, la vida comenzaba a resultar mГЎs natural sin su padre. TodavГa estaba de luto, claro, pero seguГa hacia delante. Se puso de pie y se girГі para recoger la mochila con su equipo de escalada. Entonces se detuvo brevemente, alarmado al ver a alguien que estaba justo detrГЎs de Г©l.
“Siento asustarte”, dijo el hombre que estaba a menos de un metro de él.
ВїCГіmo diablos no lo oГ?, se preguntГі Bryce. Debe haberse movido muy silenciosamente... y a propГіsito. ВїPor quГ© estaba tratando de acercarse sigilosamente a mГ? ВїPara robarme? ВїPara llevarse mi equipo?
“No te apures”, dijo Bryce, eligiendo ignorar al hombre. ParecГa tener unos treinta y tantos aГ±os, con una fina cubierta de barba que le cubrГa el mentГіn y una delgada media estilo gorro que le cubrГa la cabeza.
“Bonita puesta de sol, ¿eh?”, preguntó el hombre.
Bryce cogiГі su bolsa, se la puso a la espalda y empezГі a avanzar. “SГ, claro que sГ”, respondiГі.
EmpezГі a caminar junto al hombre, con la intenciГіn de pasar de largo sin siquiera mirarlo. Pero el hombre se acercГі y bloqueГі su camino con el brazo. Cuando Bryce tratГі de rodearlo, el hombre lo agarrГі del brazo y lo empujГі hacia atrГЎs.
Cuando volviГі a tropezar, Bryce fue muy consciente de todo el espacio abierto que estaba esperando a menos de cinco pies detrГЎs de Г©l, cerca de unos cuatrocientos pies de espacio abierto, para ser exactos.
Bryce habГa dado un solo puГ±etazo en su vida; habГa sido en segundo grado, en el patio de recreo, cuando un idiota le habГa contado un chiste tonto sobre “tu mamá”. Aun asГ, Bryce se encontrГі a sГ mismo cerrando el puГ±o en ese momento, totalmente preparado para luchar si tenГa que hacerlo.
“¿Cuál es tu problema?”, preguntó Bryce.
“La gravedad”, dijo el hombre.
Hizo un movimiento en ese instante, no un puГ±etazo, sino mГЎs bien una acciГіn de lanzamiento. Bryce lanzГі una muГ±eca hacia arriba para bloquearle, dГЎndose cuenta de lo que habГa en la mano del hombre justo cuando captaba el brillo dorado del reflejo de la puesta de sol en su superficie metГЎlica.
Un martillo.
Le golpeГі la frente lo suficientemente fuerte como para hacer un sonido que, para Bryce, sonaba como algo que podrГa salir de una caricatura. Pero el dolor que siguiГі no fue divertido ni cГіmico en absoluto. ParpadeГі, absolutamente aturdido. Dio un solo paso hacia atrГЎs, mientras cada nervio de su cuerpo trataba de recordarle que habГa una caГda de cuatrocientos pies detrГЎs de Г©l.
Pero sus nervios estaban ralentizados, el ataque contundente en su frente le habГa producido un dolor cegador en el crГЎneo y tenГa una sensaciГіn de adormecimiento en la espalda.
Bryce se doblГі, cayendo de rodillas. Y ahГ fue cuando el hombre extendiГі la mano con el pie y le dio una patada a Bryce directamente en el centro del pecho.
Bryce apenas sintiГі el impacto. Su cabeza ardГa como el fuego. Pero la patada le hizo retroceder, y su costado golpeГі el suelo con suficiente fuerza como para hacer que rebotara todavГa mГЎs.
SintiГі que la gravedad se apoderГі de Г©l de inmediato, pero estaba confundido en cuanto a que era, exactamente, lo que habГa sucedido.
Su corazГіn se acelerГі y su mente llena de dolor entrГі en modo de pГЎnico. TratГі de respirar mientras sus mГєsculos tiraban de Г©l, agitГЎndose en busca de cualquier tipo de asidero.
Pero allГ no habГa nada. SГіlo estaba el aire libre, el viento creado por su descenso pasando junto a sus oГdos y, segundos despuГ©s, la explosiГіn mГЎs breve de dolor cuando golpeГі la tierra de la planicie. En la Гєnica respiraciГіn que le quedaba dentro, vio el tinte rojo sobre el lateral de la pared que acababa de escalar, con su Гєltima puesta de sol escoltГЎndole hacia el olvido.
CAPГЌTULO CUATRO
Lo que al principio se habГa sentido como un paraГso, enseguida comenzГі a parecerle una especie de prisiГіn. Aunque todavГa amaba a su hijo mГЎs de lo que podГa explicar, Mackenzie se estaba volviendo loca. El paseo ocasional alrededor de la manzana ya no le resultaba suficiente. Cuando el mГ©dico le dio el visto bueno para que hiciera ejercicio ligero y empezara a acelerar el ritmo dentro de casa, al instante pensГі en hacer footing o incluso en hacer pesas ligeras. Estaba baja de forma, quizГЎs mГЎs de lo que habГa estado en mГЎs de cinco aГ±os, y los abdominales de los que a menudo se enorgullecГa estaban enterrados bajo el tejido de la cicatriz y una capa de grasa con la que no estaba familiarizada.
En uno de sus momentos mГЎs dГ©biles, comenzГі a llorar incontrolablemente una noche al salir de la ducha. Como siempre marido obediente y cariГ±oso, Ellington habГa venido corriendo al baГ±o para encontrarla apoyada sobre el lavabo.
“Mac, ¿qué pasa? ¿Estás bien?”.
“No. Estoy llorando. No estoy bien. Y estoy llorando por una completa estupidez”.
“¿Como qué?”.
“Como por el cuerpo que acabo de ver en el espejo”.
“Ah, Mac....mira, Вїrecuerdas cuando hace unas semanas me dijiste que habГas leГdo que te pondrГas a llorar por cosas sin sentido? Bueno, creo que esta es una de ellas”.
“Esa cicatriz de la cesárea estará ahà el resto de mi vida. Y el peso... no va a ser fácil quitárselo”.
“¿Y por quГ© te molesta esto?”, preguntГі. No estaba tomando el enfoque del amor duro, pero tampoco la estaba mimando. Era un duro recordatorio de lo bien que la conocГa.
“No deberГa. Y honestamente, creo que el llanto se debe a otra cosa... solo necesitГ© un vistazo a mi cuerpo para sacarlo todo a flote”.
“No hay nada de malo con tu cuerpo”.
“Tienes que decir eso”.
“No, no tengo que hacerlo”.
“¿Cómo puedes mirar esto y quererlo?”, preguntó.
Él le sonrió. “Es bastante fácil. Y mira... sé que el doctor te autorizó para hacer ejercicio ligero. Asà que, ya sabes... si me dejas hacer todo el trabajo...”.
Con eso, volviГі a echar una mirada coqueta a travГ©s de la puerta del baГ±o y hacia el dormitorio.
“¿Qué hay de Kevin?”.
“Tomando su siesta de la tarde”, dijo. “Aunque probablemente se despertará en un minuto o dos. Lo que pasa es que ya han pasado poco más de tres meses. Asà que no espero que nada de lo que pase allà lleve mucho tiempo”.
“Eres un idiota”.
Ellington le respondiГі con un beso que no solo la calmГі, sino que tambiГ©n borrГі instantГЎneamente la manera en que se habГa estado sintiendo consigo misma. La besГі profunda y lentamente y Mackenzie pudo sentir los tres meses que llevaba guardados dentro de Г©l. La llevГі suavemente al dormitorio y, como Г©l mismo habГa sugerido, hizo todo el trabajo con cariГ±o y habilidad.
Kevin se despertó a la hora perfecta, tres minutos después de que terminaran. Cuando entraron juntos a su habitación, Mackenzie le pellizcó el trasero. “Creo que eso fue algo más que simple ejercicio ligero”.
“¿Te sientes bien?”.
“Me siento de maravilla”, dijo. “Tan de maravilla que creo que podrГa probar el gimnasio esta noche. ВїCrees que puedes vigilar al hombrecito mientras yo salgo un rato?”.
“Por supuesto. Pero no te pases”.
Y eso fue todo lo que fue necesario para motivar a Mackenzie. Nunca habГa hecho nada a medias. Eso incluГa hacer ejercicio y, aparentemente, ser madre. Tal vez por eso, poco mГЎs de tres meses despuГ©s de traer a Kevin a casa, se sentГa culpable al salir por primera vez. HabГa ido antes al supermercado y al mГ©dico, pero era la primera vez que salГa sabiendo que iba a estar lejos de su bebГ© durante mГЎs de una hora.
LlegГі al gimnasio justo despuГ©s de las ocho, asГ que la mayorГa de la gente ya se habГa ido. Era el mismo gimnasio que habГa frecuentado al empezar en la oficina, antes de depender de las propias instalaciones del bureau. Le encantaba estar de vuelta aquГ, en una cinta para correr como cualquier otra persona en la ciudad, luchando con las anticuadas bandas de resistencia y haciendo ejercicio solo para estar activa.
SГіlo se las arreglГі durante media hora antes de que le empezara a doler el abdomen. TambiГ©n tenГa un calambre severo en su pierna derecha que intentГі ejercitar, pero sin Г©xito. Se tomГі un descanso, probГі la cinta de correr de nuevo, y decidiГі dejarlo para otro dГa.
Ni siquiera intentes ser dura contigo mismo, pensГі, pero era la voz de Ellington en su cabeza. Has hecho otro ser humano dentro de ti y luego te han cortado para sacarlo. No vas a volver a meterte en esto como Superwoman. Dale algo de tiempo.
HabГa empezado a sudar, y eso era suficiente para ella. VolviГі a casa, se duchГі y amamantГі a Kevin. Estaba tan contento que se quedГі dormido mientras le chupaba la teta, algo que los mГ©dicos le habГan desaconsejado. Sin embargo, ella lo permitiГі, manteniГ©ndolo allГ hasta que ella tambiГ©n se sintiГі cansada. Cuando lo puso a dormir, Ellington estaba en la mesa de la cocina, trabajando en algunos temas de investigaciГіn con el caso que tenГa entre manos.
“¿Estás bien?”, le preguntó mientras pasaba por la sala de estar.
“SГ. Creo que me pasГ© en el gimnasio. Me duele un poco. Y cansada, tambiГ©n”.
“¿Necesitas que haga algo?”.
“No. ¿Quizás por la mañana me puedas ayudar con un poco de ejercicio ligero otra vez?”.
“Encantado de ayudarle, señora”, dijo con una sonrisa frente a la pantalla de su portátil.
Ella tambiГ©n estaba sonriendo cuando se fue a la cama. Su vida se sentГa completa y tenГa calambres dolorosos en las piernas, la sensaciГіn de que sus mГєsculos empezaban a aprender para quГ© habГan sido utilizados. Se quedГі dormida en un minuto, totalmente agotada.
No tenГa ni idea de que volverГa a tener el sueГ±o del enorme campo de maГz, de que su madre sostendrГa a su bebГ©.
Y, de la misma manera, no tenГa ni idea de lo mucho que le afectarГa esta vez.
***
Cuando la pesadilla la despertГі esta vez, saliГі un grito de su boca. Cuando se sentГі sobre la cama, lo hizo con tanta fuerza que casi se cae del colchГіn. Junto a ella, Ellington tambiГ©n se sentГі, con un jadeo en la garganta.
“Mackenzie... ¿qué pasa? ¿Estás bien?”.
“Es solo una pesadilla. Eso es todo”.
“Suena como si fuera terrible. ¿Hay algo de lo que quieras hablar?”.
Con el corazГіn todavГa martilleГЎndole en el pecho, se recostГі. Por un momento, estuvo segura de que podГa saborear la suciedad de la pesadilla que tenГa en la boca. “No en profundidad. Es solo que.... creo que necesito ver a mi madre. Necesito hacerle saber lo de Kevin”.
“Eso es normal”, dijo Ellington, claramente desconcertado por la pesadilla y su efecto en ella. “Supongo que tiene sentido”.
“Podemos hablar de ello mГЎs tarde”, dijo, sintiendo ya cГіmo le llamaba el sueГ±o. Las imГЎgenes de la pesadilla todavГa estaban allГ con ella, pero ella sabГa que, si no se volvГa a dormir pronto, iba a ser una larga noche.
Se despertó varias horas después con el sonido de Kevin llorando. Ellington ya estaba empezando a levantarse de la cama, pero ella extendió la mano y puso la suya sobre su pecho. “Ya voy yo”, dijo ella.
Ellington no se resistiГі mucho. Poco a poco estaban empezando a volver a un horario de sueГ±o relativamente normal, y ninguno de los dos estaba ansioso por ponerlo a prueba. AdemГЎs, tenГa una reuniГіn por la maГ±ana, algo sobre un nuevo caso en el que iba a ser el lГder de un equipo de vigilancia. Le habГa contado todo durante la cena, pero Mackenzie habГa estado demasiado perdida en sus propios pensamientos. Гљltimamente, su atenciГіn habГa estado de lo mГЎs dispersa y le resultaba difГcil concentrarse, especialmente cuando Ellington hablaba de trabajo. Aunque lo echaba de menos y le tenГa cierta envidia, todavГa no podГa ni soГ±ar con dejar a Kevin, por muy buena que fuera la guarderГa.
Mackenzie entrГі en la habitaciГіn del bebГ© y lo sacГі suavemente de la cuna. Kevin habГa llegado al punto en el que ponГa fin a su llanto (mayormente) en el momento en que uno de sus padres acudГa a Г©l. SabГa que iba a conseguir lo que necesitaba y ya habГa aprendido a confiar en sus propios instintos. Mackenzie le cambiГі el paГ±al y luego se sentГі en la mecedora y lo acunГі.
Su mente se desviГі hacia sus padres. Obviamente, no recordaba cГіmo la alimentaban cuando era bebГ©. Pero la mera idea de que su madre la hubiera amamantado en cierta ocasiГіn era demasiado como para siquiera imaginarla. Sin embargo, ahora sabГa que la maternidad traГa consigo un nuevo filtro a travГ©s del cual ver el mundo. Tal vez el filtro de su propia madre habГa sido sesgado, y tal vez incluso totalmente destruido cuando su marido habГa sido asesinado.
ВїHe sido demasiado dura con ella todo este tiempo?, se preguntГі.
Mackenzie terminГі de amamantar a Kevin, pensando largo y tendido en su futuro, no sГіlo para las prГіximas semanas, cuando su licencia de maternidad llegarГa a su fin, sino para los meses y aГ±os venideros y la mejor manera de gastarlos.
CAPГЌTULO CINCO
Finalmente, a Mackenzie le empezaba a quedar la ropa bien otra vez, y unos cuantos viajes repetidos al gimnasio la hicieron sentir que recuperar su fГsico de hace un aГ±o o mГЎs o menos no era tan difГcil como ella pensaba. Estaba casi completamente curada de la cirugГa y estaba empezando a recordar cГіmo habГa sido su vida antes de haber prestado su cuerpo para el crecimiento y desarrollo de su hijo.
A medida que la licencia de maternidad de Mackenzie se acercaba cada vez mГЎs a su fin, empezГі a comprender que iba a ser mГЎs difГcil volver a trabajar de lo que habГa pensado. No obstante, incluso antes de eso, habГa que lidiar con la cuestiГіn de su madre. HabГa surgido aquГ y allГЎ en conversaciones con Ellington desde la Гєltima vez que tuvo la pesadilla, pero se habГa asegurado de no comprometerse a nada. DespuГ©s de todo, no era normal que tuviera un fuerte deseo de ver a su madre. Por lo general, evitaba a toda costa cualquier interacciГіn con ella o incluso conversaciones sobre ella.
Pero ahora, cuando sГіlo le quedaban ocho dГas de su licencia de maternidad, tenГa que tomar una decisiГіn. HabГa utilizado a Kevin como excusa principal para no hacer el viaje, pero ahora ya llevaba en la guarderГa una semana y parecГa que le iba bastante bien con el ajuste.
AdemГЎs, en su corazГіn, ya habГa tomado su decisiГіn. Estaba sentada en la barra entre la cocina y la sala de estar, segura de que iba a ir. Sin embargo, en realidad, apretar el gatillo y decidirse a hacer el viaje era muy diferente a aceptar la idea de ello.
“¿Puedo preguntarte algo que podrГa sonar como una pregunta tonta?”, preguntГі Ellington.
“Siempre”.
“¿QuГ© es lo peor que podrГa pasar? Vas allГ, es incГіmodo y no logras nada. Vuelves aquГ con tu feliz bebГ© y tu sexy marido y la vida vuelve a la normalidad”.
“Tal vez tengo miedo de que todo salga bien”, dijo Mackenzie.
“Ah, no estoy muy seguro de entender eso”.
“¿Qué pasa si va bien y ella quiere ser parte de mi vida, de nuestras vidas?”.
Kevin estaba sentado en su silla de gorila, mirando fijamente al pequeГ±o mГіvil de criaturas acuГЎticas que se encontraba en la parte delantera de la silla. Mackenzie lo mirГі al hacer ese Гєltimo comentario, haciendo todo lo que podГa por no pensar en esa imagen de su madre de las pesadillas, sentada en esa maldita mecedora.
“¿EstarГas bien tГє aquГ con Kevin, solo?”, preguntГі ella.
“Creo que puedo manejarlo. Podemos tener algo de tiempo libre”.
Mackenzie sonriГі. TratГі de imaginarse a Ellington como lo habГa conocido originalmente hacГa casi dos aГ±os y medio, pero era difГcil. HabГa madurado mГЎs allГЎ de todas las expectativas, pero al mismo tiempo habГa conseguido ser mГЎs vulnerable con ella. No habГa manera de que hubiera mostrado un lado tan cariГ±oso o guasГіn de sГ mismo cuando se habГan conocido por primera vez.
“Entonces voy a hacerlo. Dos dГas, eso es todo, y eso es sГіlo para no estar viajando constantemente”.
“Muy bien. Reserva una habitación de motel. Una buena, con un jacuzzi en la habitación. Duerme hasta tarde. Después de seis meses de aprender a ser madre y de ajustar constantemente los horarios de sueño, creo que te lo has ganado”.
Sus ГЎnimos eran genuinos y aunque Г©l no habГa dicho tanto, ella estaba bastante segura de que sabГa por quГ©. BГЎsicamente, habГa renunciado a cualquier tipo de escena de abuelos normal por su parte de la familia. Tal vez si pudiera arreglar algunas cosas con su madre, Kevin podrГa tener algГєn tipo de abuela normal. Ella querГa preguntarle sobre esto, pero decidiГі no hacerlo. Tal vez despuГ©s de que ella regresara y supiera si el viaje habГa sido un fracaso o no.
TomГі su ordenador portГЎtil, se sentГі en el sofГЎ y se conectГі a Internet para comprar su billete. Cuando terminГі de llenar todo y dio el Гєltimo clic del ratГіn, sintiГі como si el peso del mundo se le hubiera quitado de encima de los hombros. CerrГі la parte superior del portГЎtil y suspirГі. Entonces mirГі a Kevin, todavГa en su asiento de gorila, y le lanzГі una sonrisa resplandeciente, asomando su nariz hacia Г©l. Fue recompensada con una lenta sonrisa de amanecer.
“De acuerdo”, dijo ella, mirando hacia Ellington. TodavГa estaba en la cocina, limpiando la cena. “Ya comprГ© el billete. Mi vuelo sale maГ±ana por la maГ±ana a las once y media. ВїEstГЎs bien para recoger al hombrecito de la guarderГa?”.
“Claro. Y eso darГЎ comienzo a dos dГas de libertinaje absoluto impulsado por la mano masculina. Me temo que ninguno de los dos volverГЎ a ser el mismo”.
Mackenzie sabГa que Г©l estaba haciendo todo lo posible para mantener su pensamiento positivo. Hasta cierto punto estaba ayudando, pero su mente ya estaba en otra cosa: un Гєltimo recado que querГa hacer antes de salir de DC.
“Sabes”, dijo ella, “si te parece bien, podrГas dejarlo en la guarderГa tГє tambiГ©n. Creo que necesito hablar con McGrath”.
“¿Por fin tomaste una decisión sobre eso, también?”.
“No lo sГ©. Quiero regresar. No sГ© quГ© mГЎs harГa con mi vida, de verdad. Pero... ser madre... quiero darle a Kevin lo que nunca tuve en lo que se refiere a unos padres, Вїsabes? Y los dos trabajando como agentes del FBI... ВїquГ© clase de vida serГa esa para Г©l?”.
“Todo esto es de lo más pesado”, dijo. “Sé que hemos hablado de ello varias veces, pero no creo que sea una decisión que tengas que tomar ahora mismo. Creo que tienes razón; háblalo con McGrath. Nunca se sabe lo que ese hombre está pensando. Tal vez haya formas de evitarlo. Tal vez... no sé... ¿tal vez un papel diferente?”.
“¿Quieres decir como si ya no fuera una agente?”.
Ellington se encogió de hombros y se acercó para sentarse a su lado. “Por eso siento que puedo entender por lo que estás pasando”, dijo, tomando su mano. “Literalmente no te veo siendo otra cosa que una agente”.
Mackenzie le sonriГі, esperando que supiera lo bien que se le daba saber exactamente quГ© decir. Era el impulso preciso que necesitaba para levantar el telГ©fono y hacer una llamada a McGrath fuera de horas de oficina. No lo habГa hecho mucho en su carrera, y nunca cuando no se trataba de un caso, pero de repente sintiГі la urgencia de hacerlo.
Y se hizo mГЎs fuerte cuando escuchГі que el telГ©fono empezaba a sonar en su oГdo.
***
Esperaba que McGrath se irritara al encontrarse con ella a una hora tan temprana. Pero cuando encontrГі la puerta de su oficina ya abierta a las ocho en punto, McGrath ya estaba apostado detrГЎs de su escritorio. TenГa una taza de cafГ© en las manos mientras repasaba una pequeГ±a pila de informes. Cuando Г©l la mirГі al entrar, la sonrisa que habГa en su cara parecГa genuina.
“Agente White, me alegro mucho de verte”, dijo.
“Igualmente”, dijo ella, sentándose al lado opuesto de su escritorio.
“Se te ve descansada. ¿Por fin se ha metido el bebé en un horario de sueño normal?”.
“Bastante normal”, dijo. Ya se sentГa incГіmoda. McGrath no era uno de los que tГpicamente se dedicaba a la chГЎchara. La idea de que Г©l estuviera realmente contento de verla de vuelta en el edificio cruzГі su mente y la hizo sentir casi culpable por la razГіn que habГa detrГЎs de su reuniГіn.
“De acuerdo, asà que tú me pediste esta reunión, y tienes media hora antes de la próxima”, dijo. “¿Qué pasa?”.
“Bueno, mi permiso de maternidad termina el próximo lunes. Y si soy sincera, no sé si estoy lista para volver”.
“¿Es por algo fГsico?”, preguntГі. “SГ© que la curaciГіn de una cesГЎrea puede ser agotadora y llevar mucho tiempo”.
“No, no es eso. Los doctores básicamente me han dado el visto bueno para casi todo. Si te soy sincera, me siento devastada por lo que tengo que hacer”. Estaba alarmada al sentir el ardor de las lágrimas asomando a las esquinas de sus ojos.
Aparentemente, McGrath tambiГ©n las vio, y lo sintiГі por ella. Hizo lo mejor que pudo para parecer casual mientras se inclinaba hacia delante y hablaba, mirando hacia otro lado para darle la dignidad de enjugarse las lГЎgrimas antes de que se le escaparan.
“Agente White, he estado en el FBI casi treinta aГ±os. En mi tiempo aquГ, he visto a innumerables agentes femeninas casarse y tener hijos. Algunas de ellos dejaron la oficina o, al menos, asumieron un papel con menos riesgos. No puedo sentarme aquГ y decirte que entiendo por lo que estГЎs pasando porque eso serГa una mentira, pero lo he visto. A veces sucediГі con agentes con las que nunca hubiera esperado tener que alejarme. ВїAquГ es donde quieres llegar?”.
Ella asintió. “Quiero volver. Lo echo en falta... más de lo que puedo admitir, en realidad. Honestamente, ni siquiera sé lo que estoy pidiendo. ¿Quizás unas semanas más? Sé que eso es pedir privilegios especiales o lo que sea, pero no puedo tomar esta decisión ahora mismo”.
“Lo mejor que puedo hacer es darte otra semana. Si la quieres. O puedes volver y te puedo asignar un trabajo de escritorio. InvestigaciГіn, nГєmeros, vigilancia mГіvil, algo asГ. ВїTe interesarГa eso?”.
Honestamente, nada de eso le interesaba. Pero al menos era algo. AllГ tenГa a McGrath dГЎndole la prueba que necesitaba para saber que tenГa opciones disponibles.
“Tal vez lo harГa”, dijo ella.
“Bueno, tómate el fin de semana para pensarlo. Tal vez vete a algún lado a poner orden en tus pensamientos”.
“Oh, voy a algún lado, no lo dudes. De vuelta a Nebraska para una visita”.
No estaba segura de por quГ© le habГa dicho eso. Se preguntГі si McGrath siempre habГa sido tan tratable o si tal vez tenГa algГєn tipo de aura mГЎs suave a su alrededor, lo que lo hacГa mГЎs accesible. Era extraГ±o. SГіlo habГa estado de baja tres meses y de repente McGrath parecГa una persona diferente, mГЎs cariГ±osa, mГЎs amistosa.
“Me alegro de oГrlo. ВїDejas a Ellington solo con el bebГ©? ВїNo es eso un poco valiente?”.
“No lo sé”, dijo con una sonrisa. “Parece que lo está deseando”.
McGrath asintiГі educadamente, pero estaba claro que su mente estaba en otra parte. “White... Вїpediste esta reuniГіn para pedirme consejo? ВїO sГіlo para saber cГіmo reaccionarГa si me decГas que estabas pensando en irte?”
Mackenzie solo se encogiГі de hombros mientras respondГa: “Tal vez un poco de ambos”.
“Bueno, puedo decir sin lugar a dudas que preferirГa que te quedaras. Tu historial habla por sГ mismo y, por mucho que odie admitirlo, tus instintos son casi sobrenaturales. Nunca he visto nada parecido en todos mis aГ±os en el FBI. Creo que serГa un absoluto desperdicio que dejaras tu carrera atrГЎs a una edad tan temprana. Por otro lado, he criado dos hijos, un niГ±o y una niГ±a. Ambos son adultos hoy en dГa, pero criarlos fue una de las experiencias mГЎs agradables y gratificantes de mi vida”.
“No tenГa ni idea de que tenГas hijos”, dijo ella.
“Tiendo a no hablar demasiado de mi vida personal mientras estoy en el trabajo. Pero en un caso como este, con algo tan valioso como tu carrera en juego, no me importa echarle un vistazo entre bastidores”.
“Te lo agradezco”.
“Asà que... ve y disfruta de tu fin de semana en casa. ¿Quieres que nos volvamos a ver el lunes para ver qué viene después?”.
“Eso suena bien”, dijo ella, aunque el lunes parecГa estar muy lejano. Para cuando se levantГі de la silla, supo que su siguiente parada era el aeropuerto. Y despuГ©s de eso, volverГa a Nebraska.
Cuando regresГі al edificio del FBI, se sintiГі como si se estuviera tendiГ©ndose una trampa. Para la mayorГa de la gente, los fantasmas de su pasado tendГan a perseguirlos. Sin embargo, mientras se preparaba para regresar a Nebraska y reunirse allГ con su madre, Mackenzie sintiГі que no solo estaba despertando a esos fantasmas, sino que tambiГ©n les estaba dando una amplia oportunidad de prepararse para su acoso.
CAPГЌTULO SEIS
Era la una y cuarto del mediodГa en Nebraska cuando su aviГіn aterrizГі en Lincoln. Se habГa pasado la mayor parte del vuelo tratando de planear cГіmo irГa el viaje, pero hasta que no oyГі cГіmo chirriaban las ruedas en la pista de aterrizaje, no decidiГі que todo lo que tenГa que hacer era dejarse de pamplinas y terminar con esto. TodavГa podГa disfrutar de esa noche a solas en una lujosa habitaciГіn de hotel, que ya habГa reservado. Y podrГa hacerlo despuГ©s de acabar con la parte mГЎs difГcil del camino.
HabГa usado los recursos de la oficina de una manera un tanto superficial para averiguar que su madre seguГa trabajando en la misma posiciГіn en la que estaba cuando se cruzaron por Гєltima vez hace poco mГЎs de un aГ±o. TodavГa formaba parte del equipo de limpieza de un Holiday Inn ubicado en el pequeГ±o pueblo de Boone's Mill. Y afortunadamente, Boone's Mill estaba a dos horas de Belton, el pequeГ±o pueblo donde habГa crecido, ahora ya una ciudad, que planeaba visitar antes de regresar a casa.
Un impulso distinto la espoleГі mientras se dirigГa hacia la estaciГіn de alquiler de coches en el aeropuerto veinte minutos mГЎs tarde. SabГa que a media hora de este mismo aeropuerto estaba el edificio donde habГa comenzado su carrera como detective. PensГі en el hombre con el que habГa trabajado durante casi tres aГ±os antes de que el FBI la cortejara, un hombre llamado Walter Porter que, en alguna parte por detrГЎs de su tedio ante la idea de tener que trabajar con una mujer y su arraigado sexismo, le habГa enseГ±ado mucho sobre lo que se necesitaba para hacer cumplir la ley con eficacia. Se preguntaba quГ© estarГa tramando. Probablemente ya estarГa retirado, pero el hecho de estar de vuelta aquГ, tan cerca de la estaciГіn, hizo que Mackenzie pensara en ponerse al dГa.
Una costra a la vez, se dijo a sГ misma mientras recogГa las llaves que le dio una mujer gruГ±ona detrГЎs del mostrador.
Una vez saliГі a la carretera, Mackenzie sacГі el nГєmero del Holiday Inn de su madre, para asegurarse de que estaba trabajando en ese momento. ResultГі que su turno terminaba en media hora, lo que significaba que a Mackenzie le faltaba una hora para poder encontrarse con su madre en el hotel. Sin embargo, eso no era una gran preocupaciГіn, ya que Mackenzie tambiГ©n tenГa la direcciГіn de la casa de su madre.
Se sorprendiГі al descubrir que el terreno plano y la atmГіsfera familiar de Nebraska la calmaban significativamente. No habГa ansiedad ni miedo en reunirse con su madre. En todo caso, la tierra abierta y el cielo hicieron que extraГ±ara a Kevin. Cuando se dio cuenta de que no habГa estado lejos de Г©l durante tanto tiempo, su corazГіn se hundiГі en su pecho. Por un momento, le costГі respirar. Pero luego pensГі en Ellington y Kevin, juntos en el apartamento cuando el dГa tocara a su fin. Ellington era un padre sobresaliente, de maneras que todavГa la sorprendГan a diario. EmpezГі a entender que quizГЎs Ellington necesitaba este tiempo a solas con su hijo tanto como ella necesitaba este tiempo para aventurarse de nuevo hacia su pasado y tratar de arreglar las cosas con su madre.
Si estas son las emociones por las que pasan todos los padres, pensГі, tal vez haya sido demasiado dura mi madre.
De todos los pensamientos que habГan estado rodando por su cabeza desde que se subiГі al aviГіn en D.C., este fue el que le hizo llorar. SabГa que su padre habГa tratado con algunos de sus propios demonios, aunque la naturaleza de los mismos hubiera sido vaga en el mejor de los casos, ya que su madre nunca lo habГa criticado delante de ella o de Stephanie. Mackenzie tratГі de aplicar eso al hecho de que su madre se hubiera quedado viuda, con dos hijas que criar. Era muy posible (y esto era algo que Mackenzie habГa considerado con anterioridad) que ella mantuviera una opiniГіn tan elevada de su padre porque Г©l habГa muerto cuando ella era joven. De joven, no tenГa motivos para dudar de Г©l ni para verlo como otra cosa que no fuera su propio hГ©roe personal. Pero, ВїquГ© hay de la madre que habГa intentado criar a dos niГ±as, fracasando en Гєltima instancia, para recibir luego el desprecio no solo de la mayor parte de la comunidad, sino tambiГ©n de una de sus propias hijas?
Mackenzie logrГі sonreГr a travГ©s de las lГЎgrimas mientras se las secaba. Se preguntaba si estos pensamientos se estaban volviendo tan claros de repente porque ahora ella tambiГ©n era madre. HabГa oГdo que las mujeres cambiaban muchas facetas de sus actitudes cuando tenГan un hijo, pero nunca lo habГan considerado realmente. Pero aquГ estaba ella, prueba viviente de esa teorГa, mientras sentГa que su corazГіn comenzaba a ablandarse por una mujer a la que esencialmente habГa demonizado durante la mayor parte de su vida.
Nebraska pasaba junto al coche, llevando a Mackenzie de vuelta a su pasado. Y por primera vez desde que dejГі el estado, se encontrГі casi ansiosa por volver a ese pasado y dejar que las cartas cayeran donde tuvieran que hacerlo.
***
Patricia White vivГa en un apartamento de dos dormitorios a seis millas del Holiday Inn donde trabajaba. Estaba ubicado en un pequeГ±o complejo que no estaba muy deteriorado, pero que necesitaba un poco de mantenimiento y atenciГіn. Mackenzie tenГa su telГ©fono en la mano, con su direcciГіn y el nГєmero de su apartamento en la pantalla por cortesГa de algГєn turbio uso de recursos de la oficina.
Cuando se acercГі al apartamento de su madre en el segundo piso, no dudГі en llegar a la puerta ni sus pensamientos se congelaron como se estaba esperando. GolpeГі la puerta de inmediato, haciendo todo lo posible para no pensar demasiado en ello. La Гєnica pregunta real era cГіmo iniciar la conversaciГіn... cГіmo adentrarse en el agua en lugar de saltar y patalear sin saber lo que hacГa.
EscuchГі pasos que se acercaban despuГ©s de unos momentos. Cuando la puerta se abriГі y vio la mirada de sorpresa en la cara de su madre, entonces fue cuando Mackenzie se quedГі helada. No estaba segura de cuГЎndo habГa visto sonreГr a su madre por Гєltima vez, asГ que la sonrisa que se extendiГі por su cara hizo que Mackenzie se sintiera como si estuviera mirando a una mujer diferente.
“Mackenzie”, dijo su madre, con voz dГ©bil y excitada. “Dios mГo, ВїquГ© haces aquГ?”.
“TomГ© unos dГas libres y pensГ© en venir a saludar. Eso no era del todo mentira, asГ que le pareciГі bien por el momento.
“¿Y no me llamas antes?”.
Mackenzie se encogiГі de hombros. “Lo pensГ©, pero tambiГ©n sabГa cГіmo iba a ir. AdemГЎs... sГіlo necesitaba alejarme por un tiempo”.
“¿EstГЎs bien?”. ParecГa genuinamente preocupada.
“Estoy bien, mamá”.
“Bueno, pasa, pasa. El lugar es un desastre, pero con suerte podrás pasarlo por alto”.
Makenzie entrГі y vio que el lugar no era un desastre en absoluto. De hecho, estaba bastante ordenado. Su madre habГa decorado mГnimamente, lo que le facilitaba a Mackenzie ver la vieja foto que tenГa de Stephanie y ella sentadas en la mesita junto al sofГЎ.
“¿Cómo has estado, mamá?”.
“Bien. Muy bien, en realidad. He estado ahorrando algo de dinero aquГ y allГЎ, asГ que pude acabar de pagar la deuda. ConseguГ un ascenso en el trabajo... todavГa no es mucho para un trabajo, pero el dinero es mejor y dirijo a unas cuantas mujeres en el equipo. ВїQuГ© hay de ti?”.
Mackenzie se sentГі en el sofГЎ, esperando que su madre hiciera lo mismo. Se sintiГі agradecida cuando lo hizo. Nunca le habГa gustado eso de decir que tal vez quieras sentarte para esto porque le parecГa demasiado dramГЎtico.
“Bueno, tengo algunas noticias”, dijo ella. Comenzó el lento proceso de abrir su carpeta de Fotos en el teléfono y se desplazó en busca de una foto en particular. “Sabes que Ellington y yo nos casamos, ¿verdad?”.
“SГ, lo sГ©. Es curioso que aГєn lo llames por su apellido. ВїEs como una cosa de trabajo?”
Mackenzie no pudo evitar reГrse. “SГ, creo que sГ. ВїEstГЎs enfadada porque te perdiste la boda?”.
“Oh Dios no. Odio las bodas. Esa podrГa ser la decisiГіn mГЎs inteligente que hayas tomado”.
“Gracias”, dijo ella. Sus nervios burbujeaban como lava cuando las siguientes palabras salieron de su boca. “Mira, vine aquà porque tengo algo más que compartir contigo”.
Al decir eso, le ofreciГі su telГ©fono. Su madre lo tomГі y mirГі la foto de Kevin en su pequeГ±a manta de hospital, con solo dos dГas, justo antes de salir del hospital.
“¿Este es...?”, preguntó Patricia.
“Ya eres abuela, mamá”.
Las lágrimas fueron instantáneas. Patricia dejó caer el teléfono al sofá y se puso las manos sobre la boca. “Mackenzie... es precioso”.
“Sà que lo es”.
“¿Cuántos años tiene? Te veo demasiado bien para haberlo tenido hace poco”.
“Poco mГЎs de tres meses”, dijo Mackenzie. Entonces volviГі la vista hacia otro lado, para alejarse de la leve punzada de dolor que cruzГі el rostro de su madre. “Lo sГ©. Lo siento mucho. Quise llamarte antes, para que lo supieras. Pero despuГ©s de la Гєltima vez que hablamos... MamГЎ, ni siquiera sabГa si querrГas saberlo”.
“Lo entiendo”, dijo de inmediato. “Y significa mucho para mГ que hayas venido a decГrmelo en persona”.
“¿No estás molesta?”.
“Dios, no. Mackenzie... podrГas no habГ©rmelo dicho jamГЎs. No habrГa notado la diferencia. Creo que estaba totalmente preparada para no volver a verte nunca mГЎs y... y yo...”
“Está bien, mamá”.
QuerГa acercarse a ella, tomar su mano o abrazarla. Pero ella sabГa que cualquier cosa asГ resultarГa forzada y extraГ±a para ambas.
“Me compré una licuadora nueva la semana pasada”, dijo su madre, de repente.
“Um... está bien”.
“¿Bebes margaritas?”.
Mackenzie sonriГі y asintiГі. “Dios, sГ. No he tomado un trago en un aГ±o”.
“¿Estás dándole el pecho? ¿Puedes beber?”.
“Lo estoy haciendo, pero ya tenemos suficiente en el congelador”.
Su madre puso cara de confusiГіn, pero luego se echГі a reГr. “Lo siento, pero todo esto es tan surrealista... tener un bebГ©, almacenar leche materna...”.
“Es que es surrealista”, asintiГі Mackenzie. “Y tambiГ©n lo es estar aquГ. AsГ que.... ВїcГіmo vamos con esos margaritas?”.
***
“Fue tu última visita aquà la que lo fastidió todo”, dijo Patricia.
Estaban sentadas en el sofГЎ, cada una sosteniendo un margarita. Se sentaron en extremos opuestos, dejando claro que todavГa no estaban lo suficientemente cГіmodas con la situaciГіn.
“¿Qué hay de esa visita?”, preguntó Mackenzie.
“No es que fuera una grosera ni nada, pero vi lo bien que te estaban yendo las cosas. Y me dije a mГ misma, ella saliГі de mГ. SГ© que no fui una gran madre... en absoluto. Pero estoy orgullosa de ti, aunque no tuve mucho que ver con la forma en que saliste. Me hizo sentir que yo tambiГ©n podГa hacer algo de mГ misma”.
“Es que puedes”.
“Lo estoy intentando”, dijo ella. “Cincuenta y dos años y finalmente sin deudas. Por supuesto, trabajar en un hotel no es la mejor de las carreras...”.
“SГ, pero Вїeres feliz?”, preguntГі Mackenzie.
“Lo soy. Más ahora que has venido de visita. y me estás contando estas maravillosas noticias”.
“Desde que cerrГ© el caso de papГЎ... no lo sГ©. Si soy sincera, creo que tratГ© de sacarme de la cabeza cualquier idea de ti. PensГ© que, si podГa poner lo que le pasГі a papГЎ en el pasado, tambiГ©n podrГa ponerte a ti. Y yo estaba totalmente dispuesta a hacerlo. Pero entonces llegГі Kevin y Ellington y yo nos dimos cuenta de que en realidad no le estГЎbamos dando a nuestro bebГ© mucha familia ademГЎs de nosotros dos. Queremos que Kevin tenga abuelos, Вїsabes?”.
“Y tambiГ©n tiene una tГa”, dijo Patricia.
“Lo sé. ¿Dónde está Stephanie?”.
“Por fin se decidió a mudarse a Los Ángeles. Ni siquiera sé lo que está haciendo, y me da miedo preguntar. No he hablado con ella en dos meses”.
Escuchar esto picГі un poco a Mackenzie. Ella siempre habГa sabido que Stephanie era algo asГ como una bala perdida cuando se trataba de cualquier tipo de estabilidad en la vida. Pero aun asГ, pocas veces se habГa detenido a pensar que Stephanie era otra hija que habГa elegido vivir una vida mayormente separada de su madre. Sentada en el sofГЎ, con margarita en la mano, fue la primera vez que Mackenzie se molestГі en preguntarse cГіmo serГa para una madre saber que sus dos hijas habГan decidido que sus vidas serГan mejores sin que ella participara en ellas.
“Me parece que debo decirte que lo siento”, dijo Mackenzie. “SГ© que te alejГ© despuГ©s del funeral de papГЎ. SГіlo tenГa diez aГ±os, asГ que tal vez no sabГa que eso era lo que estaba haciendo, pero... sГ. SeguГ haciГ©ndolo el resto de mi vida. Y la cuestiГіn es, mamГЎ... que quiero que Kevin tenga una abuela. De verdad que sГ. Y espero que quieras hacer lo necesario para que lo consigamos hacer juntas”.
Patricia estaba anegada de nuevo por las lГЎgrimas. Se inclinГі y cruzГі el sofГЎ, cerrando la distancia entre ellas, y le dio un abrazo a su hija. “Yo tampoco estuve allГ”, dijo Patricia. “PodrГa haber llamado o hecho algГєn tipo de esfuerzo. Pero cuando me di cuenta de que te habГas ido, incluso de niГ±a, lo dejГ© pasar. Casi me sentГ aliviada. Y espero que puedas perdonarme por eso”.
“Y puedo. ¿Puedes perdonarme por alejarte de m�”.
“Ya lo he hecho”, dijo Patricia, rompiendo el abrazo y bebiendo de su margarita para detener el flujo de lágrimas.
Mackenzie podГa sentir sus propias lГЎgrimas, y no estaba preparada para estar tan vulnerable frente a su madre. Se puso de pie, aclarГі su garganta y bebiГі el resto de su bebida.
“Salgamos de aquГ”, dijo ella. “Vamos a cenar a algГєn sitio. Invito yo”.
Una mirada de incredulidad cruzГі el rostro de Patricia White, la cual fue lentamente disuelta por una sonrisa. Mackenzie no recordaba haber visto a su madre sonreГr de esa manera; era como ver a una persona diferente. Y tal vez fuera una persona diferente. Si le daba una oportunidad a su madre, quizГЎs se darГa cuenta de que la mujer a la que habГa rechazado durante tanto tiempo no era el monstruo que se habГa convencido a sГ misma que era.
DespuГ©s de todo, Mackenzie era definitivamente una persona diferente de lo que habГa sido a los diez aГ±os. Demonios, ella era una persona diferente a la que habГa sido hace poco mГЎs de un aГ±o cuando habГa hablado por Гєltima vez con su madre. Si tener un bebГ© le habГa enseГ±ado algo a Mackenzie, era que la vida podГa cambiar muy rГЎpidamente.
Y si la vida misma podrГa cambiar tan rГЎpidamente, Вїpor quГ© no la gente?
CAPГЌTULO SIETE
Mackenzie se despertГі a la maГ±ana siguiente con una ligera resaca. Reconectar con su madre durante la cena habГa sido agradable, al igual que los pocos tragos que se habГan tomado despuГ©s. Mackenzie habГa llegado a su habitaciГіn de hotel, ese lujoso que ella y Ellington habГan acordado, y se habГa metido en el jacuzzi con una botella de vino que habГa pedido al servicio de habitaciones. SabГa que los dos vasos adicionales que se habГa tomado mientras se relajaba en la baГ±era podrГan ser demasiado, pero pensГі que se lo merecГa despuГ©s de haber gestado a un ser humano en su vientre y haber tenido que renunciar al alcohol todo ese tiempo, por no mencionar el tiempo adicional sin beber mientras estaba amamantando y bombeando leche de manera activa.
El ligero dolor de cabeza que tenГa al levantarse de la cama y empezar a vestirse era un pequeГ±o precio que pagar. HabГa sido agradable estar sola despuГ©s de empezar a arreglar las cosas con su madre. Se habГan puesto al dГa, habГan compartido algunas historias y algunos sufrimientos y despuГ©s habГan dado por terminada la noche. Con planes de reconectar en una semana mГЎs o menos, despuГ©s de que Mackenzie regresara a casa y decidiera quГ© hacer con su trabajo, sГіlo habГa una cosa mГЎs en la lista de cosas por hacer que tenГa Mackenzie para su visita a Nebraska.
Se sentГa como si hubiera cerrado un cГrculo, viajando sola, reuniГ©ndose con su madre, disfrutando de los amplios espacios abiertos que el estado tenГa para ofrecer. Aunque no era de carГЎcter sentimental, no podГa ignorar las ganas que tenГa de volver a su antigua comisarГa, la comisarГa en la que habГa comenzado su carrera como detective hacГa casi seis aГ±os.
DespuГ©s de desayunar, asГ lo hizo. Estaba a una hora y media en coche de su hotel en Lincoln. Su aviГіn no salГa para D.C. hasta dentro de siete horas, asГ que tenГa tiempo de sobra. Si era del todo honesta, ni siquiera sabГa por quГ© iba. A decir verdad, no es que su supervisor le hubiera importado demasiado y, por muy avergonzada que estuviera de admitirlo ante sГ misma, apenas podГa recordar a ninguno de sus antiguos compaГ±eros. Mackenzie, por supuesto, recordaba al oficial Walter Porter. HabГa servido como su compaГ±ero durante un pequeГ±o perГodo de tiempo y habГa estado a su lado durante el caso del Asesino del EspantapГЎjaros, el caso que finalmente habГa atraГdo la atenciГіn del FBI y habГa dado comienzo a su nueva carrera en el bureau.
Todos los recuerdos le asaltaron mientras aparcaba su coche enfrente de la comisarГa. Ahora parecГa mucho mГЎs pequeГ±a, pero de una forma que la hacГa sentir orgullosa de conocerla. MГЎs que nostalgia, tenГa una sensaciГіn de familiaridad que le conmovГa.
CruzГі la calle y entrГі, incapaz de impedir que la sonrisa asomara a la comisura de sus labios. La pequeГ±a entrada conducГa a un escritorio como para una recepcionista, que estaba revestido con un panel de vidrio deslizante. DetrГЎs de la mujer que estaba sentada al escritorio, habГa un pequeГ±o corralito que tenГa el mismo aspecto que cuando Mackenzie habГa pisado este edificio por Гєltima vez. Se acercГі al cristal, encantada de encontrar un rostro familiar, aunque se tratara de uno en el que no habГa pensado en mucho tiempo, sentada detrГЎs del cristal.
ParecГa que Nancy Yule no hubiera envejecido en absoluto. TodavГa tenГa las fotos de sus hijos colocadas sobre su escritorio, y la misma placa junto a su telГ©fono, con una cierta leyenda de la que Mackenzie no podГa acordarse.
Nancy levantГі la vista y tardГі unos segundos en darse cuenta de quiГ©n acababa de entrar por la puerta. “Dios mГo”, dijo Nancy, poniГ©ndose de pie y corriendo hacia la puerta al extremo de la pared de paneles. La puerta se abriГі y Nancy saliГі corriendo, para darle un fuerte abrazo a Mackenzie.
“Nancy, ¿cómo estás?”, dijo Mackenzie mientras se abrazaban.
“Igual que siempre”, dijo Nancy. “¿Y cómo estás tú? ¡Se te ve fantástica!”.
“Gracias. Estoy bien. Todo en orden. Sólo vine a visitar a mi madre y pensé en pasar a visitar mi antigua oficina antes de regresar a casa”.
“¿Sigues viviendo en Washington?”.
“Asà es”.
“¿TodavГa con el FBI?”.
“También. Es como vivir el sueño, no me importa decirlo. Me casé, y tuve un hijo”.
“Me alegro mucho por ti”, dijo Nancy, y Mackenzie no dudГі que lo decГa en serio. Sin embargo, un pequeГ±o destello de tristeza apareciГі en su cara al aГ±adir: “Aunque no estoy segura de que tu visita aquГ vaya a ser muy agradable. Casi todo ha cambiado por aquГ”.
“¿Como qué?”.
“Bueno, el jefe Nelson se retiró el año pasado, y el sargento Berryhill tomó su lugar. “¿Te acuerdas de él?”
Mackenzie sacudió la cabeza. “No, no puedo decir que lo haga. Oye, ¿tienes la dirección o el número de teléfono de Walter Porter? Tengo un número suyo, pero no ha funcionado en mucho tiempo”.
“Oh, querida, olvidé que fuiste su compañera durante un tiempo. En fin..., odio ser yo quien te lo diga, pero Walter murió hace ocho meses. Tuvo un ataque al corazón bastante fuerte”.
“Oh”, fue todo lo que Mackenzie pudo decir. TambiГ©n se preguntГі si era una mala persona por no sentirse demasiado triste al escuchar tal noticia. Sin embargo, a decir verdad, no habГa sido mГЎs que un conocido temporal en el mejor de los casos.
“Eso es terrible”, dijo ella. MirГі hacia atrГЎs a travГ©s del cristal, hacia el corral y los pasillos que habГa por detrГЎs, donde habГa pasado casi cinco aГ±os de su vida. Este fue el epicentro de su primer arresto significativo, donde habГa resuelto su primer caso, y donde habГa enojado a su primer supervisor masculino en numerosas ocasiones.
Todos eran buenos recuerdos, pero no parecГan mГЎs que fotografГas descoloridas.
“Puede que haya algunos agentes de patrulla con los que trabajaste alguna vez”, comentó Nancy. “Sauer, Baker, Hudson...”.
“No quiero interrumpir el dГa de nadie”, dijo Mackenzie. “En realidad estaba dando un paseo por mi propio pasado y...”.
La interrumpiГі el zumbido de su telГ©fono mГіvil dentro de su bolsillo. Lo buscГі al instante, asumiendo que serГa Ellington con alguna historia sobre algo que Kevin habГa hecho, o quizГЎs con algГєn problema mГ©dico. Su bebГ© habГa estado sano durante los tres meses y medio de su vida y estaban esperando hacer su primera visita al mГ©dico.
Sin embargo, el nombre que vio en su pantalla no era en absoluto el que se esperaba mientras disfrutaba de su pequeГ±o periodo sabГЎtico en Nebraska. Sin embargo, la pantalla decГa McGrath.
“Disculpa, Nancy. Necesito responder a esto”.
Nancy asintiГі con la cabeza y regresГі por la puerta hacia su escritorio mientras Mackenzie tomaba la llamada.
“Al habla la agente White”.
“En base a cГіmo contestas al telГ©fono, Вїpuedo asumir que te quedarГЎs con nosotros?”, dijo McGrath. No habГa ni rastro de humor en su tono de voz. En todo caso, casi parecГa que estuviera tratando de convencerla.
“Lo siento. Puro hГЎbito. TodavГa no lo sé”.
“Bueno, tal vez pueda ayudar. Escucha....respeto por lo que estГЎs pasando y aprecio la honestidad que mostraste en mi oficina el otro dГa, pero te llamo para pedirte un favor. No es un favor, porque tГ©cnicamente es parte de un trabajo que aГєn tienes. La cuestiГіn es que he recibido una llamada sobre un caso hace como una hora mГЎs o menos. Es de Wyoming, asГ que estГЎ lejos de donde andas. Y ya que estГЎs ahГ fuera, pensГ© en darte la primera oportunidad. Parece una fГЎcil. Tal vez no tengas que hacer mucho mГЎs que aparecer, revisar la escena del crimen e interrogar a unas cuantas personas”.
“CreГ que habГas dicho que respetabas la conversaciГіn que mantuvimos en tu oficina”.
“Y lo hago. Por eso te ofrezco el caso a ti primero. Ya estГЎs fuera, parece sencillo... y me imagino que podrГa ser una buena prueba para ver si tu corazГіn sigue en esto. TambiГ©n has trabajado recientemente en otro caso que, por lo que parece, era similar. Si dices que no, estГЎ bien. Puedo enviar a alguien tan pronto como maГ±ana por la maГ±ana”.
La sensaciГіn de que su vida iba a cerrar el cГrculo la baГ±Гі de nuevo. AquГ estaba ella, de pie en la estaciГіn en la que habГa comenzado como una oficial esperanzada con ambiciones de ser detective, ambiciones que logrГі manifestar en muy poco tiempo. Y ahora aquГ estaba, hablando con un director del FBI apenas siete aГ±os despuГ©s.
MirГі hacia el otro lado del cristal, hacia los escritorios, las oficinas y los pasillos. Era fГЎcil ver ese espacio y recordar el sentido de propГіsito que tenГa por aquel entonces. TodavГa lo sentГa, pero fue muy diferente mientras solamente era una policГa en ciernes, una mujer en una fuerza principalmente masculina, queriendo marcar una diferencia en este mundo.
“¿Cómo de simple quieres decir?”, preguntó ella.
“Hay sospechas de que alguien estГЎ empujando a la gente a su muerte en lugares populares entre los escaladores. La Гєltima vГctima fue en el Parque Nacional Grand Teton. Hasta ahora, se cree que hay dos vГctimas”.
“¿CГіmo sabemos que no son accidentes tГpicos de escalada?”.
“Hay pruebas de violencia antes de las caГdas”.
Los pensamientos de Mackenzie ya se estaban reorganizando solos, tratando de encontrar respuestas incluso en esta etapa temprana. Y por eso, ella sabГa cuГЎl serГa su respuesta para McGrath. HabГan pasado casi ocho meses desde la Гєltima vez que habГa hecho algo que se considerara activo en relaciГіn con su trabajo; y la magnitud de emociГіn que la invadiГі rГЎpidamente al darle su respuesta fue bien acogida, aunque inesperada.
“EnvГame los detalles del caso y el itinerario del viaje, pero quiero volver a casa en dos o tres dГas”.
“Por supuesto. No veo que eso sea un problema. Gracias, agente White. Te enviaré todo lo que tengo a tu correo electrónico”.
Mackenzie terminГі la llamada y se sintiГі como si estuviera parada en medio de un sueГ±o muy surrealista durante un momento. AquГ estaba, en la primera comisarГa de policГa en la que habГa trabajado, rumiando sobre su pasado y tratando de resolver su futuro. Y ahora habГa recibido una llamada de McGrath, con un caso inesperado que habГa surgido de la nada en medio de todo esto. Se sentГa como si el universo estuviera tratando de influir en su toma de decisiones.
“¿Mackenzie?”.
La voz de Nancy Yule le sacó de repente de lo absurdo de todo esto. Mackenzie sonrió y agitó la cabeza. “Lo siento. Me quedé absorta en mis pensamientos un rato”.
“ParecГa una llamada importante”, dijo Nancy. “¿EstГЎ todo bien?”.
Mackenzie se sorprendiГі un poco cuando asintiГі y dijo: “SГ. Creo que todo estГЎ bien, la verdad”.
CAPГЌTULO OCHO
Siete horas mГЎs tarde, ella estaba surcando los cielos por algГєn lugar del norte de Nebraska, dirigiГ©ndose a Wyoming. Todo habГa sucedido tan rГЎpido que no habГa tenido la oportunidad (o ningГєn lugar apropiado a su disposiciГіn) de imprimir los materiales que McGrath le habГa enviado sobre el caso en el Parque Nacional Grand Teton. Por esa razГіn, se vio obligada a repasarlo todo en su iPhone.
Honestamente, no habГa mucho que repasar. Los informes policiales eran escasos en el mejor de los casos, al igual que los informes forenses. Cuando un cuerpo se caГa de tal altura, no habГa mucho debate sobre la causa de la muerte. EscaneГі los documentos varias veces sin encontrar nada, no por su capacidad, sino por falta de informaciГіn. Ni siquiera los detalles que habГa recibido de las vГctimas daban mucho para continuar. Dos personas se habГan estado involucradas en accidentes mortales mientras escalaban en roca, pero habГa pruebas que sugerГan la posibilidad de que no hubieran sido accidentes en absoluto. HabГa una cuerda cortada en uno de los casos, y una herida en uno de los cuerpos que no parecГa alinearse con las lesiones que se esperaban de una caГda.
Mackenzie tomГі algunas notas en su telГ©fono, preguntГЎndose si el padre tenГa algГєn tipo de relaciГіn con la causa del asesinato de su hijo. No era mucho con lo que continuar, pero dada la falta de informaciГіn que tenГa, al menos era algo.
Mientras el aviГіn descendГa al aeropuerto de Jackson Hole, Mackenzie pudo mirar por la ventana y ver los picos de las montaГ±as del Parque Nacional Grand Teton. Era de lo mГЎs hermoso en medio del cielo azul y nГtido del atardecer, lo que hacГa que la idea de que pudiera haber un asesino suelto por allГ fuera todavГa mГЎs desconcertante.
La vista tambiГ©n despertГі un dolor en su corazГіn, un dolor por Kevin. Se sentГa como una fracasada por haberlo dejado atrГЎs, como una madre sin corazГіn que ya habГa puesto otras prioridades por encima de su hijo. No obstante, Mackenzie habГa leГdo mГЎs que suficiente informaciГіn sobre este tipo de cosas; sabГa que tales sentimientos eran tГpicos de los nuevos padres. A pesar de todo, eso no le ayudГі lo mГЎs mГnimo en conseguir que la sensaciГіn fuera menos real.
Cuando se bajГі del aviГіn unos instantes despuГ©s, no se sentГa como si estuviera en un caso. HabГa llegado a Jackson Hole con la misma ropa que llevaba puesta cuando entrГі en la comisarГa para hablar con Nancy Yule. Obviamente no habГa metido en la maleta su vestuario habitual de trabajo para ir a ver a su madre, ni tampoco llevaba consigo su arma de servicio, y eso era algo que tendrГa que resolver con la policГa local. Con algo de suerte, no sufrirГa ningГєn contratiempo por el hecho de que no hubiera una oficina del FBI en Wyoming; la oficina de Denver cubrГa los estados de Colorado y Wyoming.
Este pensamiento la hizo sentir como si estuviera en medio de la nada, una sensaciГіn que sГіlo se intensificГі cuando llegГі al aeropuerto. Era un aeropuerto bastante agradable, pero la dГ©bil corriente de cuerpos que se movГan a travГ©s de Г©l hacГa que el bullicio de Dulles en D.C. fuera absolutamente caГіtico.
Fue esa misma falta de trГЎfico humano al pasar por el vestГbulo lo que hizo que fuera muy fГЎcil para Mackenzie ver a la mujer de pie al final de la puerta de embarque, vestida de azul policГa. ParecГa tener unos cuarenta aГ±os, y llevaba su cabello rubio enganchado en una cola de caballo para revelar una cara bonita y angular. ParecГa estar observando a todas y cada una de las personas que se bajaron del vuelo de Mackenzie. Cuando se miraron a los ojos, la agente asintiГі educadamente y se encontrГі con Mackenzie en el piso del vestГbulo.
“¿Es usted la agente White?”, preguntó la mujer. La etiqueta plateada sobre su pecho izquierdo la identificaba como Timbrook.
“Asà es”.
“Muy bien. Soy la sargento Shelly Timbrook. PensГ© en venir a recibirte aquГ y ahorrarte la molestia de alquilar un coche. AdemГЎs... cuanto antes pueda llevarte a la escena, mejor. La segunda vГctima, un hombre de veintidГіs aГ±os llamado Bryce Evans, fue encontrada en el fondo de la Vista de Logan y como estГЎ ubicada dentro del parque, tenemos la preocupaciГіn de que se entere el pГєblico y todo eso”.
“¿A qué distancia está la entrada del parque?”, preguntó Mackenzie.
“A menos de diez minutos. Añade otros cinco a eso para llevarnos a la Vista de Logan”.
“Entonces guГame hasta allГ”, dijo Mackenzie.
Timbrook tomГі la iniciativa y se dirigiГі a la salida del aeropuerto. Mackenzie le siguiГі y le enviГі un mensaje de texto a Ellington para hacerle saber que habГa llegado y se habГa reunido con la policГa local. Cuando le habГa llamado para hablarle de la llamada de McGrath, Г©l ya lo sabГa; dijo que McGrath lo habГa llamado justo despuГ©s de colgar el telГ©fono con ella. Ellington parecГa entusiasmado por la oportunidad, afirmando que era justo lo que necesitaba para concentrarse.
Lo peor de todo es que tenГa razГіn. Y ella deseaba que Г©l pudiera estar allГ con ella. No sГіlo era el periodo de tiempo mГЎs largo que habГa estado lejos de Kevin desde que Г©l habГa nacido, sino que Ellington y ella no habГan pasado mГЎs de diez horas separados desde que comenzaran su baja por maternidad un mes antes de que Kevin naciera.
Lo echaba en falta. La hacГa sentir demasiado joven e inmadura, pero era la verdad. Sin embargo, se las arreglГі para apartar eso a un lado por el momento. Ya se asegurarГa de que Г©l y Kevin la tuvieran presente cuando pudiera registrarse en un hotel. Pero, basГЎndose en la terrible falta de informaciГіn en los informes policiales, sospechaba que iba a pasar una tarde bastante larga.
***
“Voy a decirlo sin más y quitar esto del medio”, dijo Timbrook. “Soy una especie de admiradora tuya. Sé que suena estúpido, pero cuando sucedió todo eso del Asesino del Espantapájaros en Nebraska hace un par de años, fue impresionante. ¿Te importa que te pregunte... es asà como terminaste con el FBI?”.
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